La alfalfa tiene equipo en Santa Fe Un equipo de investigadores desarrolla alternativas alimenticias pastoriles para el tambo, que permiten resistir la altura de las napas. Buscan complementar al cultivo base de los rodeos lecheros en tiempos de volatilidad climática.

La alfalfa fue, es, y seguirá siendo “la reina de las forrajeras”. Así, lo largo del tiempo se consolidó como…

Berhongaray y Jauregui

La alfalfa fue, es, y seguirá siendo “la reina de las forrajeras”. Así, lo largo del tiempo se consolidó como la base pastoril para los rodeos bovinos de nuestra zona tambera por su gran facilidad de producción de materia seca de excelente calidad a un costo relativamente bajo, por su capacidad de fijar nitrógeno, y por su persistencia a través de varias campañas.

Sin embargo, una serie de eventos entre los que se destacan los abruptos cambios en los regímenes de lluvia, la intensificación en el pastoreo, el pisoteo excesivo y la subas de las napas, pone en riesgo ese trono incuestionable hasta ahora.

Los productores lo saben y se preguntan cómo salir de este brete. Los investigadores lo estudian, y ya están trabajando para proponer alternativas concretas que permitan mitigar este fenómeno.

Paso a paso
El Ing. Agr. Gonzalo Berhongaray (CREA, CONICET), recordó que el trabajo surgió por la inquietud de los productores. “Las pasturas duraban cada vez menos en ambientes con napa alta, y surgió la posibilidad de estudiar alternativas forrajeras”, destacó. Y se retrotrajo a fines de 2016, cuando recibieron un subsidio de la UNL y otro de la Provincia para trabajar en alfalfa y sus alternativas pensando en modelos de fertilización y el impacto de cada forrajera en el suelo.

“El trabajo tiene varias etapas: primero descubrir especies que se puedan expresar en la misma medida. De esa forma descubrimos algunas consociadas y leguminosas como el trébol blanco y el trébol rojo, y especies que han evolucionado mucho, como la achicoria”, sostiene. Y agrega que ese primer ensayo se hizo en microparcelas con corte mecánico, pero que luego avanzaron a este ensayo con parcelas más grandes, ya bajo pastoreo. En la actualidad, ese mismo ensayo se está replicando en otros lotes, todo coordinado por CREA. “Estos subsidios requieren de acciones especiales con instituciones que respalden los objetivos de los ensayos, al ser proyectos de investigación orientada. Y en ese sentido, CREA nos ha abierto sus puertas para escalar estas experiencias, avalando que es un problema importante para el sector y permitiéndonos llevar los resultados a los productores”.

Pasados por agua
Al estar en la cuenca lechera más grande del país, el tema no es menor para nuestros productores. Las vacas lecheras necesitan alimento, y la alfalfa es la base, pero no debemos olvidar que es originaria de zonas desérticas. Por ello, estos fenómenos climáticos en los que llueven muchos milímetros en pocos días, comprometen seriamente al cultivo. “A esas situaciones de anegamiento no las tolera, y al durar menos, se necesita sembrarla de nuevo o sembrar otro cultivo, y eso significa más costo donde el escenario no es el mejor”.

El tema es que cualquier evaluación de forrajeras requiere varios años de trabajo, en los cuales se deben medir la producción y persistencia (las plantas que quedan por año).

El otro elemento a medir es el efecto sobre el suelo. “En los tambos, la carga animal ha crecido mucho, y eso significa una presión fuerte sobre los suelos, que se han ido compactando, por eso debemos recuperar la porosidad y medir la capacidad de absorción del agua de ese suelo”, sostiene el investigador.

La aliada del nitrógeno
El Ing. Agr. José Jáuregui completa el equipo de trabajo, y enfatizó que este trabajo surgió como respuesta a una problemática cada vez más usual en la zona. “En la región se vio en 2016: un año extremadamente complejo desde lo climatológico, con 400 milímetros con dos meses en los que no salió el sol, y de golpe todas las pasturas y el alimento se empezó a perder. Y desde entonces hay una demanda grande de los tamberos para saber cómo seguir, y parte de la respuesta vino de la mano de empezar a probar con otras especies”.

En este sentido, Jáuregui reconoce que la alfalfa es la especie reina de la forrajeras con un potencial enorme, “y esto tiene que ver con que las leguminosas (alfalfas y tréboles) tienen la capacidad de darnos gratis el nitrógeno del aire”. Se trata del proceso de fijación biológica a través de las bacterias que se asocian a las raíces formando nódulos que capturan el nitrógeno que está en el aire (el 70 % de la composición de la atmósfera es N), que la bacteria lo captura y lo utiliza para poder crecer. Todas las plantas requieren Nitrógeno en cantidad, y gran parte lo pueden obtener del aire, pero otras especies requieren fertilización química u orgánica. Las leguminosas pueden capturar ese N como componente importante dentro de una estructura productiva.

El docente y asesor insiste que en este escenario climático volátil vino para quedarse. “Los promedios se mantienen pero llueve todo de golpe, y en una sola precipitación cae el promedio de varios meses, eso le mete presión al sistema, genera un disturbio para la alfalfa, y es necesario buscar alternativas forrajeras tolerantes a situaciones de anegamientos”. De allí que uno de los aspectos centrales del trabajo, también apunta a medir el impacto de la fertilización en el cultivo.

Trabajo consociado
Por eso mismo, decidieron trasladar esa inquietud de los productores, a través de los vínculos con el Conicet, CREA y la UNL, junto con otras empresas. “Si la alfalfa dura menos, es un costo muy alto para el productor. Entonces apostamos por una mezcla forrajera que se adapte y persista en esas condiciones”.

A la hora de sugerir alternativas, vieron que la achicoria era tal vez, la que mejor reflejaba sus intenciones. “Muchos productores todavía miran con desconfianza a la achicoria. El productor tradicional la sigue pensando como una mala palabra, y esto es lógico, porque antes eran plantas muy postradas y no dejaban crecer nada abajo, pero desde 1985 se la viene mejorando a nivel genético con plantas más erectas que permiten colocar otras especies”, sostiene. Por eso es importante consociarlas con leguminosas, tréboles o gramíneas como la cebadilla (perenne) o festucas. “En los últimos años se las ha mejorado mucho, y ahora son de mejor aceptables para los rodeos, compiten muy bien con los raigrases”, agrega.

Adaptarse a los cambios
El camino es largo y todavía falta mucho por deducir, sobre todo en una zona que desde lo climático es de transición. “La principal dificultad de la zona es que es una zona de transición, no es templada ni tropical, y eso hace difícil ubicar especies. La festuca -por caso- es para zonas templadas, y en años templados hay que manejarla bien para que persista, pero es una de las especies que estamos trabajando en estos ensayos, junto con productores y entidades”.

Finalmente, ambos coinciden en que en general no hablan de remplazar las alfalfas, sino de ubicar cada especie en su lugar. “La ciencia sostiene que hay nichos para cada especie. Como la agricultura progresó, el manejo indica que en los mejores suelos debe mantenerse la alfalfa. Pero en los bajos debemos pensar en una alternativa: va a ser más barato y más productivo, y eso se traduce en una ración más barata. Es una ventaja a nivel cuenca y en el bolsillo del productor”.

El cambio climático es una realidad que se viene imponiendo; las fluctuaciones son cada vez más intensas, “y nuestro sistema tiene que ser capaz de resistir esos vaivenes”, aseguran. Por eso, aconsejan no sacar a la alfalfa, pero tampoco insistir sólo con ella, porque eso trae el riesgo de quedarnos sin nada, y exponer al productor a otro riesgo.

Fuente: Campolitoral.com.ar