“La alfalfa siempre fue importante para los sistemas ganaderos, aunque este año es clave porque en 2021 la urea más que duplicó su precio y eso complica el uso en verdeos, tanto de verano como de invierno”, advirtió la Ing. Agr. Laura Fontana, especialista en producción animal e investigadora en pasturas del INTA Anguil. De cualquier modo, agregó: “siempre hay que hacer un análisis del suelo antes de destinar un lote a esta leguminosa ya que, con el avance de la agricultura en la zona pampeana, disminuyó la materia orgánica, el fósforo y el pH, además de aumentar las limitantes por compactación”.
Desde enero se registra un incremento histórico del precio de la urea a nivel mundial. “Según datos que lleva el equipo de economía de la Experimental, en 2013 estaba en 715 USD/t, a partir de 2015 se mantuvo por debajo de los 500 USD/t y en marzo de 2021, cuando se siembran las pasturas y verdeos, comenzó a subir hasta llegar a 1.105 USD/t en octubre 2021”, reseñó, refiriéndose a un fenómeno que puso en alerta a las empresas ganaderas.
Hoy la relación de precios novillo/urea es muy baja en términos históricos, considerando la evolución de ambos valores en dólares. “Desde septiembre de 2013 hasta octubre de 2021 el promedio de este indicador era de 3,92 y ahora, con el encarecimiento de la urea, cayó a 1,67. Se transformó en un insumo difícil de absorber”, planteó Fontana.
¿Por qué se disparó el precio de la urea? Según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario, los elevados precios de la energía están afectando la actividad industrial en los países productores, a lo que se suman las cuotas de exportación en busca de asegurar el abastecimiento interno y las turbulencias en el mercado de fletes marítimos. Mientras tanto, la demanda de urea creció fuerte por la mayor producción agroalimentaria global en la pospandemia, lo que generó una tormenta perfecta para la importación de este insumo, que en la Argentina sufrió un impacto adicional por la bajante del río Paraná, con costos logísticos en alza.
Este escenario pone en relieve una de las fortalezas de la alfalfa que es su capacidad de fijar nitrógeno atmosférico, con lo que se podría disminuir el uso de urea. “El nitrógeno de origen simbiótico fue medido durante varios años y se vio que resulta proporcional a la producción de materia seca. Ésta, a su vez, depende de la evolución de las raíces y, por lo tanto, de las condiciones edáficas. Así, en Rafaela llegamos a registrar 408 kg/ha/año y en Anguil 137 kg/ha/año”, indicó la investigadora, detallando que, además, el aporte de raíces incrementa el contenido de materia orgánica y mejora las condiciones del suelo.
Otra de las razones que pone en valor la incorporación de una leguminosa forrajera en la rotación, es que la eficiencia del uso de nitrógeno sintético en verdeos, en particular la urea, es apenas del 40%. Entonces, se corre riesgo de que parte del 60% restante podría, por ejemplo, causar pérdidas por lixiviación y contaminar aguas subterráneas.
“Para minimizar este impacto hay que aplicar lo justo y necesario. A la hora fertilizar una gramínea es importante que las cantidades a utilizar se asimilen a los niveles de producción potenciales de la zona”, aconsejó Fontana, aludiendo a que la agricultura es responsable del 80-90% del amonio en la atmósfera. “Y de ese total un 20% corresponde a las fertilizaciones con urea”, alertó.
Se estima que entre 2010 y 2050 se incrementará un 150% el uso de este fertilizante. “Desde el sector agropecuario debemos trabajar en el aporte de nitrógeno de otras fuentes como las leguminosas y cuando cultivamos gramíneas, usar la urea en forma eficiente y amigable con el ambiente”, insistió.
En tal sentido, una investigación en curso de FONTAGRO está midiendo el impacto de incluir leguminosas forrajeras en distintos países de Latinoamérica, lo que podría llevar a incrementar el carbono almacenado en el suelo con la consiguiente mitigación de emisiones. En este marco, el INTA está realizando muestreos en suelos de Chascomús, Buenos Aires, para evaluar stocks de carbono en sistemas con y sin leguminosas, en ambientes de loma y bajos.
El consejo práctico
Si bien hay nuevas razones económicas y ambientales para poner el foco en la alfalfa, es necesario seguir algunas prácticas para lograr una pastura exitosa.
Cuando se planifica la rotación de las empresas mixtas hay que tener en cuenta que la mejor fecha de siembra es de 15 a 30 días antes de la primera helada. “El mes de noviembre es óptimo para tomar estas decisiones. Si un lote va a gruesa y después pretendemos hacer alfalfa llegamos tarde, salvo que se opte por un cultivo temprano, mijo o moha”, indicó.
De cualquier modo, el primer paso es estudiar el suelo, medir la compactación con un penetrómetro y tomar una muestra de los primeros 20 cm para hacer un análisis de laboratorio. “Parece simple, pero hay productores que, aun conociendo su importancia, no lo hacen. A veces gastan en una buena semilla, pero los problemas pueden venir del suelo, por eso es importante este análisis, igual que para un lote que va a gruesa”, aconsejó Fontana.
En tal sentido, en los últimos años, con el avance de la agricultura surgieron mayores limitantes para la alfalfa en toda la zona pampeana.
“El fosforo tuvo una gran disminución y es un nutriente fundamental para cualquier pastura. En el noreste de La Pampa, por ejemplo, hemos visto alfalfas en lotes con 4 ppm, cuando se necesita 20 ppm para tener un buen desarrollo de raíces y, por ende, una buena producción”, precisó.
En cuanto a la compactación, “me consultan por qué en un potrero que parece lindo hay algunas partes que florecen rápidamente. Esto sucede porque la planta está ‘estresada’, cuando la sacamos con su raíz, ahí, se detectan los problemas”, explicó. ¿Cómo se ven? “La raíz no puede crecer normalmente, o sea, en forma pivotante. Cuando los valores de resistencia a la penetración son de 2 MP se bifurca como si fuera un bonsay. Entonces, como los primeros 80 cm son los de mayor absorción de nutrientes, justifican más del 90%, la planta produce menor cantidad de materia seca”, subrayó.
Otro aspecto que influye en la dinámica de los nutrientes es el pH del suelo. “En nuestra región hemos encontrado niveles de 5 a 5,7 y ahí no se genera la simbiosis con el Rhizobium que permite fijar el nitrógeno aéreo. Es importante corregirlo”, sostuvo, argumentando que la alfalfa expresa su máximo potencial con pH superior a 6,5.
“¿Por qué estoy contando todo esto? Son conceptos conocidos por los ganaderos, pero en esta campaña, podrían pensar en el uso de la alfalfa como aporte de nitrógeno al sistema, además de los beneficios de siempre”, reiteró.
Para finalizar, Fontana anticipó que en el INTA Anguil están haciendo un ensayo de verdeos con distintos niveles de fertilizaciones y evaluado los resultados. “La verdad es que con la urea arriba de USD1.000, no nos dan los números, no cierran. Es momento para volver a mirar a la alfalfa con más cariño”, concluyó.
Por: Ing. Agr. Liliana Rosenstein, Editora de Valor Carne