Alfalfa: el rebrote exportador Argentina triplicó el envío de megafardos al Golfo Pérsico desde 2016. Sin embargo, José Brigante, presidente de la Cámara Argentina de la Alfalfa, anticipa que esto puede ser solo el comienzo.

La distancia que separa Buenos Aires de Jebel Ali, el puerto artificial más grande del mundo, emplazado solo a 35…

Los megafardos de alfalfa, una vía de exportación de heno de calidad al mundo

La distancia que separa Buenos Aires de Jebel Ali, el puerto artificial más grande del mundo, emplazado solo a 35 kilómetros de Dubai, en los Emirátos Árabes Unidos, se subsana con solo U$S 45 por tonelada y siete semanas de travesía marítima. Ese recorrido realizan, entre otros, los megafardos de heno de alfalfa que produce la Argentina y que tienen como principal destino el rumen de las vacas que producen leche en el Golfo Pérsico.

En los últimos tres años, los despachos de este insumo agropecuario pasaron de 31.000 toneladas a unas 100.000 toneladas en 2018.

Así, la Argentina genera unos US$ 30 millones en divisas, cada año, y escala posiciones en un mercado global de 8,5 millones de toneladas dominado por España y los Estados Unidos, como los más grandes proveedores. Mientras tanto, los países del Golfo, Japón y China están del otro lado del mostrador, incentivando la demanda.

Las exportaciones argentinas representan sólo poco más del 1% de la oferta de un negocio que moviliza US$2400 millones cada 12 meses, alrededor del globo.

Si bien las hectáreas de alfalfa de uso doméstico se cuentan de a decenas de miles, las destinadas a producir los megafardos de exportación son muy acotadas. Sin embargo, la principal limitante que encuentra esta industria no pasa tanto por la superficie sino por los costos logísticos que, de punta a punta, se quedan hasta con el 60% de la facturación.  Y con una paradoja bien argentina: mientras que transportar que transportar cada conteiner con los megafardos de Buenos Aires por los más de 13.000 kilómetros que la separan del Golfo Pérsico, tiene un costo por tonelada de 45 dólares, el trayecto de Córdoba a Buenos Aires asciende a la friolera de 120 dólares. Todo esto teniendo muy en cuenta que cada tonelada de alfalfa puesta en el barco no supera nunca los 310 dólares de ingreso. Un claro ejemplo del mal logrado “costo argentino”.

El salto exportador tiene múltiples razones, que José Brigante, presidente de la flamante Cámara Argentina de la Alfalfa, explica en exclusiva para Infortambo.

-Cuando hablamos de megafardos de alfalfa, ¿a cuántos productores nos referimos?

Argentina tiene un gran número de productores de alfalfa, pero no hay estadísticas oficiales para compartir un número con precisión. El país desarrolla el comercio desde hace muchas décadas y nació de la mano del tambo y la producción de carne, porque son los principales consumidores. Muchos de ellos producen para consumo propio y venden excedentes, pero a medida que se fue tecnificando se empezó a comercializar tranqueras afuera y se sumaron empresas alineadas a exportar que invierten aún más en tecnología. Ya hay muchas provincias donde se empieza a ver cada vez más actores con fuerte perfil exportador.

-¿Cuál es el potencial de la Argentina en el mercado mundial?

La Argentina siempre ha tenido números muy bajos en materia de exportación. Alfalfa y Forraje de la Patagonia, con base en Bahía Blanca y de capitales españoles, es la mayor exportadora del país. En los últimos años se sumaron más empresas y agregaron volumen. De hecho, en los últimos cinco años, el crecimiento lo aportaron otras firmas, como una empresa de capitales árabes radicada en Córdoba. Sin embargo, la exportación efectuada por empresas de capitales locales aún es muy baja. Dicho esto, tengamos muy en cuenta que la demanda global es infinita y ahí está nuestro potencial.

-¿Quiénes demandan este insumo?

Hoy, el 90% de la exportación se vuelca a zonas lecheras. Arabia Saudita que es el mayor comprador en el Golfo Pérsico importa unas 500.000 toneladas y otro fuerte demandante mundial es Japón que consume 2,1 millones de toneladas. China se sumó en los últimos años y ya demanda otras 1,6 millones de toneladas. Corea del Sur consume un millón y Emiratos Árabes Unidos 1,2 millones. Un total de 8,5 millones de toneladas solo el último año.

-¿Cómo se explica el salto exportador argentino en los últimos tres años?

Los principales exportadores son España y Estados Unidos. Más atrás, también aparece Australia. Hasta hace solo cinco años, Emiratos Árabes Unidos tenía una fuerte producción propia de heno de alfalfa y salía a comprar solo una parte que Estados Unidos y España abastecían con comodidad. Sin embargo, aparecen restricciones de agua en esta región lo que genera que, este país salga a comprar el volumen que antes producía lo que significó un salto grande en la demanda. A su vez, se agrega China comprando a gran escala. Es así que, los proveedores históricos empiezan a tener limitaciones para abastecer esa demanda y otros países empiezan a tener nuevas oportunidades, como la Argentina. A pesar de todo esto, el precio se ha mantenido y las variaciones solo obedecen a contingencias climáticas.

-¿Qué se requiere para producir alfalfa de forma rentable?

Para la producción de alfalfa se requiere un suelo particular con bajo nivel de precipitaciones, pero debe haber agua en napas o hay que invertir en tecnología de riego. En zonas muy húmedas, con más de 500 mm no es recomendable. La cosecha comienza en noviembre con la alfalfa nueva disponible, hasta abril, donde el cultivo según la zona tiene cinco y hasta siete cortes por año.

-¿Cuáles son los rindes promedio que se registran en la Argentina?

La producción media por hectárea ronda las 15 toneladas por año. Hoy, en el mercado externo, una calidad intermedia, puede cotizar entre US$ 300 y US$ 310 la tonelada. Lo que significa una facturación estimada por hectárea de más de US$ 4.000. Si bien la rentabilidad depende con que se la compare, el riesgo es menor a otros cultivos intensivos.

-¿Qué papel juegan los productores en la exportación?

En mi rol de asesor comercial de Alfacal, empresa productora y exportadora, puedo decir que hace seis años que exportamos, tanto a países vecinos como Emiratos Árabes Unidos. A lo largo del tiempo, hemos hecho muchos ensayos para saber cuáles son las condiciones que se necesitan para llegar y cumplir con las expectativas del cliente y llegar a destino con buenos resultados. Hoy, son 30 los productores que integran un fideicomiso orientado a abastecer con la producción de terceros.

-¿Cómo se puede multiplicar las exportaciones?

Paran lograrlo tenemos que tener en cuenta que se puede crecer en oferta. Depende que a los primeros productores que salgan al exterior les vaya bien para que luego imiten más productores. Generar el efecto contagio entre los empresarios, esto es muy efectivo. A su vez, dependemos de la rentabilidad de otros cultivos sustitutos, como la soja o el trigo. Si bien, hoy, la facturación por hectárea supera con creces a la soja y tiene un menor riesgo, porque tiene hasta siete cortes en un año, la inversión inicial es alta. Con sistemas de riesgo puede superar los US$ 6.000 por hectárea.

-¿Cuáles son las principales limitaciones que enfrentan los empresarios?

Si hablamos de contratiempos productivos, las inclemencias climáticas, que afectan la calidad y el volumen están a la cabeza. En el aspecto comercial, los aranceles, un tipo de cambio fluctuante, y los costos internos donde la logística juega un papel crucial. El costo de una naviera desde Buenos Aires a Jabel Ali ronda los 1000 dólares para un conteiner de 22 toneladas, pero la mayor limitante es el flete terrestre que representa el 405 del valor. En ese sentido, se está trabajando para promover el uso del tren y San Luis, por ejemplo, ha logrado cierto desarrollo. Sin embargo, en Córdoba aún es una cuenta pendiente a pesar que se calcula un ahorro de hasta el 25%  a través de ese medio de transporte, siempre y cuando la terminal del tren se encuentre a menos de 30 kilómetros de los módulos donde se confeccionan los megafardos.

-¿Cuántos módulos destinados a producir megafardos hay en el país?

Una planta o un módulo que es una unidad que tiene planta de prensa, máquina de secado y áreas de guardado de alfalfa tiene un costo mínimo de 4 millones de dólares y puede procesar 40.000 toneladas al año. Las mismas tienen insumos importados, porque la industria local aún no está desarrollada para abastecer ese tipo de máquinas a pesar que no son de altísima tecnología. Hoy, hay solo cinco en todo el país y demandan unos 10 trabajadores cada una. En la práctica cada fardo prensado tiene medidas con estándar internacional y un peso de 750 kilos.

¿Cuáles son tus expectativas sobre el futuro del sector?

Es un sector que tiene una demanda que lo supera ampliamente y recién está comenzando a ver el comercio exterior como oportunidad. El mensaje de la cámara es trabajar unidos para que más gente se acerque al negocio y se incrementen las hectáreas sembradas de alfalfa. Son expectativas posibles de cumplir y eso hace que el negocio sea próspero. Estimamos para el próximo período, 2019/2020, un incremento de hasta el 30% en los volúmenes. 

“Los socios de la Cámara representan el 20% de las exportaciones”
Para José Brigante el éxito depende del efecto contagio de los primeros envíos.
El primer contacto de José Brigante con el negocio de la alfalfa se dio de la mano de su rol como consultor en comercio exterior en el marco de un evento orquestado por Pro Córdoba donde conoce a los socios de la compañía Alfacal, orientada a la producción y exportación de alfalfa. “Nos conocimos en ese encuentro y me terminé sumando al staff de la compañía”, resume Brigante su lazo con la firma ubicada en Calchín, Córdoba. Hoy, Alfacal administra un fideicomiso que está constituido por unos 30 productores. El objetivo es poder comerciar los megafardos tanto en el mercado local como en exterior. Allí, Brigante es escoltado por dos colaboradores que reparten su tiempo entre esa localidad y la capital provincial.

“A lo largo de los años apareció la necesidad del sector de constituir una cámara y hace dos años, en Colonia 25 de Mayo, Córdoba, se concreta ese deseo, se eligen autoridades y es cuando soy nombrado presidente de la Cámara Argentina de la Alfalfa. En ese momento, en la reunión éramos unos 15 actores de la cadena”, señala. “Hoy, la Cámara tiene 25 socios, desde productores, pasando por abastecedores de la industria y comerciantes”, precisa Brigante.

En su rol como promotor de este producto de exportación, Brigante participó en dos oportunidades de la Gulfood, la mayor feria de alimentos del Golfo Pérsico, realizada en Dubái y, este año, Paolo Bolatti, como miembro de la cámara también fue de la partida como partícipe en diversas rondas de negocios. “La presencia en estos mercados es clave, porque significan el 90% de nuestros envíos al exterior”, resalta Brigante.

En la práctica, los miembros de la Cámara representan el 20% de los envíos de la Argentina, pero el resto lo explican las empresas extranjeras radicadas en el país. 2Hay un requerimiento de China para habilitar plantas localmente, pero aún no se lograron esas habilitaciones. Solo una tiene el visto bueno, en Bahía Blanca, pero hay otras en proceso esperando el visto bueno”, anticipa con respecto a lo que puede ser otro gran mercado.

Entre los logros más resonantes de la Cámara, Brigante señala la participación en el Congreso Mundial de la Alfalfa, donde tuvieron un rol activo en el armado y la ronda de negocios con la participación federal junto a entidades del Gobierno Nacional. Sin embargo, no evade la cuenta pendiente: “Debemos terminar de cerrar el tema con la Inspección de Personas Jurídicas para dejar la Cámara Argentina de la Alfalfa oficialmente constituida”.

  • MEGAFARDOS
  • Superficie para megafardos de alfalfa
  • Córdoba: 35.000
  • Mendoza: 22.000
  • Santiago del Estero: 15.000
  • Río Negro: 13.000
  • La Pampa: 6.000
  • San Luis: 4.000

Fuente: Infortambo