Ser más eficientes es el lema de los productores, que siempre apuestan a producir más y mejor. Es por ello que los investigadores trabajan en poder cumplir esos objetivos. En los últimos días trascendió un desarrollo sobre el que trabajan dos investigadoras de la UNL.
En los laboratorios y alrededores de la casa de altos estudios, todos hablan de la cepa para ser utilizada como insumo de fertilizantes de alfalfa, cuya meta es lograr mayor productividad de las plantas y reducir el daño ambiental.
El desarrollo es impulsado por la Facultad de Ciencias Agrarias y cuenta con financiamiento de “Capital Semilla”, un fondo que desde la Universidad tienen pensado para potenciar a sus grupos de investigación.
Las doctoras Maria Toniutti y Laura Fornasero son quienes dirigen este proyecto que tiene como lema: “Una herramienta biotecnológica para el desarrollo de inoculantes de alfalfa. Nuevas cepas de selección local”.
Las impulsoras de esta idea explicaron tienen tres puntos principales a desarrollar:
- Mayor productividad
- Persistencia de la planta
- Disminuir el daño ambiental
“Los inoculantes son fertilizantes de base biológica, que se aplican en semillas o suelos”, indicaron en un comunicado desde la UNL.
La alfalfa, la reina
Es importante decir, una vez más para que no queden dudas, que es la pastura por excelencia en el país debido a su alto rendimiento de forraje y adaptabilidad a diversas condiciones. Actualmente se estima que se siembran más de 3,4 millones de hectáreas por año.
“El nitrógeno es un elemento fundamental para el desarrollo de las plantas y la formación de proteínas, pero es un nutriente limitado en los suelos agrícolas”, afirmó Toniutti.
Según manifestó, el alto requerimiento puede provocar una pérdida rápida y constante de la fertilidad nitrogenada del suelo “si no existe un sistema de reciclaje parcial del nitrógeno, unido a un eficiente método de fijación biológica de nitrógeno molecular”.
“La alfalfa no es una especie nativa, por esta razón los rizobios específicos no se encontraban presentes en nuestros suelos cuando se introdujo esta forrajera. La tecnología de inoculación tiene como finalidad incorporar rizobios altamente infectivos y eficientes en las leguminosas de interés agropecuario”, añadió la investigadora.
¿Cómo se logra ese proceso? Por asociación con rizobios específicos. Y cuando están ausentes o no son eficientes en los suelos, se procede a la inoculación.
Potenciar la alfalfa a través de cuatro cepas
De este modo el grupo de investigación está evaluando el comportamiento de cuatro cepas de rizobios seleccionadas por su eficiencia en la fijación de nitrógeno en dos variedades de alfalfa.
“La idea es ampliar el estudio utilizando distintas variedades de alfalfa para lograr un consorcio de cepas de alta eficiencia simbiótica que permita mejorar la calidad del forraje e incrementar su producción forrajera”, detalló Toniutti.
Por otro lado, vale repasar también que se trata de un cultivo con tolerancia a condiciones extremas, destacada eficiencia simbiótica en condiciones controladas y mayor producción de materia seca en comparación con las plantas fertilizadas con nitrógeno
“Además, al abonar con alternativas a los métodos tradicionales se observa una notable disminución del daño ambiental causado por aplicación de agroquímicos”. Y además destacan una “considerable reducción en los costos en la producción” de forrajes.
Fuente: Infocampo