Por el contexto político, económico y social, muchas veces, Argentina, signada por los errores que se repiten una y otra vez, es una invitación a la tristeza y la resignación. Sin embargo, también hay muchas historias de superación y de sueños cumplidos. En ese “mar”, el de la innovación aún a pesar de todo y el de animarse, nada Julio Daniotti, un farmacéutico, hijo de verduleros, que a los casi 50 años (hoy tiene 54) empezó a producir alfalfas para megafardos y luego granos.
En Jesús María, Daniotti es sinónimo de farmacias. Hace 31 años que está en la actividad. Arrancó de la nada, con un préstamo de su padre y su suegro para montar el primer local. Hoy tiene cuatro farmacias. “Nací en un hogar humilde que se bancaba con la verdulería de mi padre, eso me permitió estudiar farmacia, la profesión con la que crecí económicamente y mantuve a mi familia”, contó Daniotti a Clarín Rural.
“Soy un agradecido a la vida porque en la farmacia empecé de cero, en casa éramos cinco, mis padres, mis dos hermanos y yo, cuando me fui a estudiar a la Universidad de Córdoba me iba a dedo, parando muchas veces en una pensión compartida y cuando me recibí, mi suegro y mi padre me prestaron la plata para poner la farmacia, pero básico -aclaró Daniotti-: un mostrador, algunos medicamentos esenciales y a largarse”. “Al año y medio ya le había podido devolver el dinero y hoy, tres décadas más tarde tenemos 60 empleados en la farmacia y 9 en la parte rural”, contó.
Quizás aquel recuerdo de niño entre frutas y verduras hizo que mandara a sus cinco hijos a un colegio agrotécnico. Y de allí surgieron dos que se vincularon con la actividad agropecuaria y tres que están en el negocio farmacéutico.
“Hace siete años uno de mis hijos, Emilio, que había terminado el secundario, pero no quería ir a la universidad, propuso hacer megafardos de alfalfa y así fue como empezamos a producir, después sumamos maíz, soja y trigo, para quedar hoy con 3.600 hectáreas de cultivos y 500 de alfalfas”, contó Daniotti.
Además de Emilio, los otros hijos son: Franco, “el mayor es contador”; Giuliana, “trabaja en la farmacia”; César Tomás, “contador, también en la farmacia”; y Giovani, “el más chico, que está cursando el último año de agronomía”. La mamá y esposa es Daniela Beatriz, y como siempre en estas familias de emprendedores, son las que están apoyando, al pie del cañón. “Desde la farmacia hacemos la parte administrativa del campo, asique todos, de un modo u otro, estamos vinculados con el negocio”, dijo Daniotti.
¿Cómo arrancaron con el campo?
“Nosotros no teníamos ni idea del campo, pero sí ganas de trabajar”, dijo Daniotti consultado sobre cómo se les ocurrió empezar a producir alfalfa. Por supuesto, cuentan con el asesoramiento de un agrónomo que lleva adelante la parte técnica.
Sobre por qué no siguió ampliando el negocio farmacéutico o, al momento de diversificar no eligió otro negocio, Daniotti contó que “todo empezó en 2014, cuando empezamos a buscar otra cosa porque en la farmacia vos tenés un 50% del negocio que depende de los pagos del PAMI y si no te pagan quedás muy complicado, estábamos caminando por la cornisa y dependíamos de cómo hiciera las cosas el Gobierno, por eso pensamos en otro rubro”.
Justo en ese momento surgió la propuesta de Emilio, su hijo, para producir alfalfa, algo que había visto con un profesor en el colegio agrotécnico. “No teníamos ni una pala ni un rastrillo, por suerte nos ha ido bien y hoy tenemos toda la maquinaria, hacemos todos los servicios nosotros”, contó Daniotti.
“En esta zona de Jesús María, hay varios productores pequeños que hacen alfalfa y suman alrededor de 1.000 hectáreas, nosotros somos los más grandes con 500 hectáreas”, contó Daniotti. La actividad más importante en la zona es la agricultura. Antiguamente, antes de la siembra directa, era exclusivamente ganadera y desde 2001, cuando desembarcó la directa se transformó en una zona agrícola. Y la ganadería se ha ido corriendo hacia zonas marginales.
“Me sorprendió lo eficiente que es el productor agropecuario en general, porque las lluvias son concentradas en el verano (800 mm por año en la zona) y ahora que tuvimos 30 días de más de 40 grados los cultivos sobrevivieron igual, muchos tenían 20-30 cm de altura y hoy andan bien, estoy asombrado”, compartió Daniotti.
Sobre la campaña, lo dicho, el fuerte de la sequía estival los agarró con los cultivos pequeños que aguantaron la embestida, “casi no hubo daño y los rindes van a ser los normales”. Esperan una soja de 35 quintales por hectárea y maíces de 90 qq/ha. También la alfalfa que en los siete cortes que se hacen desde fines de septiembre hasta la primera quincena de abril esperan que entregue 18.000 kg/ha de materia seca.
“Increíble lo que se arriesga”
A Daniotti, una de las cosas que más le sorprendieron de la actividad rural es el riesgo que se corre. “En cada campaña arriesgas casi todo el patrimonio, por suerte nos fue bien, pero mi contadora me quería matar porque el primer año arrancamos alquilando 1.800 hectáreas, estábamos jugados porque si nos iba mal con los números que se manejan en al campo no íbamos a poder reaccionar… también me sorprende los impuestos que paga el sector”, contó.
“Uno necesita trabajar, poner el lomo, usar la cabeza, ser inteligente, pero la suerte también es indispensable y a nosotros nos acompañó estos años”, reflexionó Daniotti. “Otra cosa que me sorprendió del campo es la cantidad de horas que se trabaja, de lunes a lunes, desde que sale el sol y aún hasta de noche… porque yo tengo una farmacia 24 horas, pero es distinto, en el campo hay que estar muy encima”, sentenció.
Tecnología en el campo y en la farmacia
Daniotti también se refirió a las tecnologías que se usan en el campo. “Yo, cada tanto, manejo la cosechadora o el tractor con la sembradora que va con piloto automático, hasta en las cabeceras dobla solo, es un lujo”, contó.
Sin embargo, no es un improvisado en cuanto a las innovaciones, puesto que en su farmacia incorporó lo que llama un “robot” que tiene muchas utilidades, pero principalmente sirve para agilizar la entrega de un medicamento o producto, controlar stock y eliminar los errores humanos.
“El robot es como un gran contenedor de 1,70 metros de ancho x 3,30 metros de alto y 7 metros de largo que está dentro de la farmacia, donde se pueden guardar hasta 20.000 medicamentos y cuando por sistema el farmacéutico ingresa el pedido un brazo robótico lo busca y lo deposita en una bandeja para ser entregado al cliente”, contó Daniotti. Hay sólo 50 de estos en todo el país.
En el campo, también han sabido ir incorporando maquinaria con tecnología. “Es increíble la tecnología que hay puesta en un tractor o una cosechadora, pero a pesar de eso hay que estar atentos a otras cosas, como ir viendo cómo va quedando la pasada que hiciste o estar atento a que no haya ningún pozo en el camino que vas a transitar”, contó su experiencia Daniotti, que hasta hace siete años jamás se había subido a un tractor o una cosechadora. Hoy cuando está en la farmacia, el hijo le puede pasar en lo que van haciendo la cosechadora y la sembradora en tiempo real.
“El problema es que no hay gente capacitada para manejar estas herramientas que son computadoras andantes, en mi caso, mi hijo de 26 años está más habituado a todo esto, yo, con 54 años me voy acomodando, pero lo hago porque me gusta”, contó.
Desafíos
Una de las cosas que le gustan a Daniotti de la actividad rural es que “hay mucho potencial para crecer, no hay límites”. Además, “trabajar al aire libre, tranquilo, distinto a la farmacia, que tenés siempre un cliente adelante del mostrador”.
Cuando mira qué podrían hacer a futuro, Daniotti marca dos cuestiones: “Darle valor agregado a la alfalfa, haciendo pellets, así como tratar de exportar alfalfa directamente nosotros, y con los granos, también en la búsqueda de darle más valor, armar un criadero de cerdos para no tener que llevar los granos al puerto que entre comisiones y fletes es un montón de plata perdida”.
Cuando mira para atrás, Daniotti se pone nostálgico: “Soy un agradecido a la vida que me ha ido bien, tuve erradas, pero fueron menores comparadas con las cosas buenas, el mensaje para los jóvenes es que vayan para adelante, que emprendan, que se animen, cuando sos joven tenés menos responsabilidades, es el momento para animarse”, compartió. Y agregó: “A muchos de los que hoy les va bien, hasta tener éxito, tienen varios fracasos acumulados en el camino, pero en Argentina cuando te va mal te tildan de fracasado y te quitan las ganas, yo creo que no hay que dejarse llevar por eso, hay que seguir emprendiendo y metiendo para adelante”.
Fuente: Clarin