Los objetivos de toda pastura son: contar con una buena persistencia (3-4 años) y producir elevados volúmenes de forraje durante su ciclo productivo. Para ello es fundamental alcanzar un adecuado stand de plantas y cubrir la superficie del suelo con las especies sembradas.
Los ingenieros Enrique Behr y Gabriela Litwin, de la Agencia de Extensión Rural Crespo del INTA, explican que diversos factores pueden condicionar la implantación, entre los cuales se encuentran las lluvias abundantes, una mala regulación de la sembradora y, en muchos casos, calidades deficientes de las semillas.
Sobre este último aspecto ponen énfasis en un informe, al destacar que la semilla representa aproximadamente el 30% del costo de implantación de una pastura permanente.
“Numerosas veces, el productor se ve tentado a minimizar dicho rubro empleando una semilla de cosecha propia. Sin embargo, no es habitual que cuente con información fehaciente acerca de la calidad de la misma. Conocer la calidad de la semilla permitiría ajustar la cantidad aplicada a la siembra de modo de obtener un buen stand de plantas”, indicaron.
La calidad de la semilla se puede conocer a través de análisis sencillos de realizar. El poder germinativo (PG) representa la proporción de semillas viables en condiciones de germinar y la pureza (P) es el porcentaje de semillas de la especie considerada en el total de una muestra. Relacionando ambos parámetros se obtiene el valor cultural (VC).
Los profesionales se remitieron concretamente a un ejemplo para argumentar la idea de una mala elección en la semilla: “Supongamos un ejemplo en el cual el productor debe elegir entre dos semillas alternativas de la misma especie: la semilla “A” cuesta $10/kg y la semilla “B” cuesta $15/kg. Si se quiere sembrar 10 kg/ha, y solo se cuenta con la información del precio, es probable que se opte por la opción “A” que representa un costo de $100/ha, mientras que la opción “B” saldría $150/ha, sin embargo ésta puede resultar la opción más costosa. Si la semilla “A” tiene 80% PG y 80% de P (valores habituales de semillas de cosecha propia cuando son mal almacenados) y la “B” tiene 95% PG y 100% de P, entonces se puede apreciar (ver cuadro siguiente) que considerar solamente las diferencias de precios entre las semillas no es suficiente para decidir por una o por otra, ya que la semilla de menor precio puede esconder un menor valor cultural”.