Las pasturas megatérmicas son un recurso muy valioso en la ganadería subtropical para ganar productividad, persistencia y estabilidad de la oferta forrajera. Estas bondades llevan a una mayor eficiencia en los kg ganados, lo que permite a los productores compensar los vaivenes de precios del sector.
La elección de materiales adaptados a cada ambiente es el punto de partida para apuntar a sistemas más eficientes.
El mantra para una buena pastura
Las pasturas también son cultivos y por lo tanto deben ser tratadas con el mismo esmero, remarcó a Aapresid el especialista Daniel Gómez, de la firma Oscar Pemán semillas, que trabaja en la zona de Charata, Chaco hace casi dos décadas. En este sentido, lo primero es identificar y caracterizar los ambientes dentro del lote donde se va a implantar el recurso.
Otra recomendación es recurrir a la mayor diversidad posible y maridar dos o más especies para tener una mayor estabilidad y persistencia en el tiempo de la pastura. En el mercado se ofrecen blends forrajeros, es decir mezclas formuladas para cada zona y ambiente, que complementan sus fortalezas y debilidades. Combinar especies con distintos hábitos de crecimiento, por ejemplo forrajeras erectas junto con rastreras que cubran el suelo, también es una estrategia para competir mejor con malezas.
Cómo elegir la megatérmica ideal, según el ambiente
La estrategia va a estar condicionada según si las pasturas se van a establecer en terrenos nuevos o sobre chacras con historia agropecuaria. Para el primer caso, el Gatton Panic es una de las megatérmicas más difundidas en zonas con mejor fertilidad, indica Gómez. En la misión de acelerar la cobertura del suelo, la consociación de ésta con Grama Rhodes resulta muy beneficiosa: mientras la primera forma matas y deja entrar la luz, la rústica Grama coloniza los espacios con su porte rastrero. En lotes overos, avanza aún en partes no muy buenas. Para este caballito de batalla de las megatérmicas, hoy en día el mercado ofrece una amplia gama de variedades algunas con muy buena tolerancia a la salinidad.
En chacras con más historia agrícola o ambientes de inferior calidad van bien Grama o las Brachiarias, que generan buen volumen de pasto y de similar calidad al Gatton.
En sitios con mejor disponibilidad de agua es posible incluir otras gramíneas como Panicum maximum, junto con materiales de Grama tolerantes a esa condición y a los hongos que puedan proliferar. La consociación de gramíneas con leguminosas como Aeschynomene sp. (“pega-pega”) permiten tener aún mayor productividad. Esta forrajera con capacidad de fijar nitrógeno no sólo en sus raíces sino en tallos (gracias a nódulos aéreos), tiene tolerancia al encharcamiento, a suelos pesados y algo salinos. Como si fuera poco, no genera problemas de empaste por lo que su manejo es mucho más fácil.
Sorgo forrajero al rescate
“Aconsejo a los productores que del total a implantar destinen un 30 a 40% a sorgo forrajero para tener pasto en momentos difíciles y cuidar a la pastura cuando todavía se está implantando o recuperándose”, arrojó el referente zonal. Sobre esto último aclaró que es más eficiente aprovechar las pasturas temprano, una vez ancladas, y hacer pastoreos rotativos, achicando potreros.
Esta gramínea salvadora se puede sembrar a partir de octubre hasta diciembre-enero para pastoreo diferido de planta entera en invierno. Ante excedentes de pasto en el verano es conveniente hacer reserva para cubrir baches energéticos propios de la salida del invierno. En este caso existe un gran abanico comercial de sorgos híbridos forrajeros y sileros voluminosos y de calidad para hacer reservas, con muy buenos comportamientos en distintos ambientes, rusticidad y calidad para el picado.