A principios de año, Ramiro Bolobanich junto a su hermano decidieron apostar a una producción “más sustentable” dando lugar a uno de los deseos de su madre que siempre les remarca que “su abuelo siempre apostó a la ganadería”.
Estos productores oriundos de Morrison, que tienen su campo al norte de la localidad, apostaron a lo “desconocido” y decidieron ingresar en un mundo que genera dudas, pero con el correr de las semanas fue dando satisfacciones. Convencido que el camino es ser productivos, eficientes y sin atentar contra el suelo “desgastándolo”, las gallinas ponedoras fueron la opción.
En diálogo con TodoAlfalfa, Ramiro contó que hace un año se fue a vivir al campo junto a su familia y “para diversificar”, porque siempre hicieron agricultura, realizaron esta apuesta. Agregó que “para no tener tanto agroquímico alrededor de su casa, metieron 10 hectáreas de alfalfa”.
Tienen unas 200 gallinas que están por “romper posturas” en un colectivo viejo con el que las hace recorrer el sembradío donde se alimentan a pasto, y tienen otras 200 en recría.
Estima que, con lo que dispone hoy, puede tener como máximo 600 gallinas. “Por un tema de nido, porque es un nido cada 10 gallinas, y ahí hay 50 nidos, así son 500 gallinas”, aproximadamente. Además, sostiene que el sistema de pastoreo se mantiene bien durante todo el año.
Explicó: “lo voy rotando, por ejemplo, ahora en invierno, que la alfalfa no crece mucho, no tenemos mucho verde, cada 4 o 5 días”, aunque “en el mejor desarrollo del alfa, 7 u 8 días y vas moviendo”. Destacó que en la alimentación le agrega algo de maíz molido.
“Un campo sin animales es aburrido”
Pese a que por ahí la agricultura tradicional demanda “menos esfuerzo”, o “menos atención”, Ramiro Bolobanich sabe que sus ancestros en esas tierras fueron ganaderos y su madre le sugiere que sostengan la “tradición”.
Los hermanos Ramiro y Damián, que son socios, apostaron a “hacer algo mixto” por lo que “la idea es empezar a meter un poco más de animales en las 30 hectáreas que tienen en inmediaciones de la casa”.
La primera apuesta, desde hace seis meses son las gallinas que “tenían un menor costo de inversión” además, la diferencia está en la forma de producción que proponen, “un poco más relajada, más tranquila”.
“Todas las mañanas cuando le vas a abrir la puerta, la notás que salen como a comerse la cancha”, graficó Ramiro y agregó: “este sistema tiene un poco más de “postura” permitiendo que al no ser tan intensivo están un año o al menos seis meses más poniendo huevos que en el sistema de encierro”.
Un sistema regenerativo
“La idea es después, a través de un sistema regenerativo, incorporarle novillos, ovejas y atrás gallinas en esas mismas hectáreas” explicó. Hacer una rotación de animales en el mismo sistema. El objetivo, es aprovechar todo, hasta el excremento de los animales que va a servir para fertilizar la tierra.
“A veces poco, es más”, puntualizó el entrevistado al tratar de explicar que en pocas hectáreas podría producir carne vacuna, leche, carne ovina y huevos. Sumado a todo lo bueno para el ecosistema, también esta la situación económica. Es que entiende que “la idea es aumentar la unidad productiva, darle más valor agregado a la tierra. La producción es diaria, y con los huevos -grafica- vos las ves todos los días, sin embargo, en la agricultura tenes que esperar 6 meses y nosotros ya venimos de dos años con seca y se te va complicando”.
En el resto de las tierras que poseen, se sigue haciendo agricultura tradicional (soja, maíz, girasol, cebada), y en el sector donde hoy se siembra alfalfa para animales, antes se utilizaba para hacer rollos y venderlo a tambos de la región.
La alfalfa, en esos años de sequía fue la que se impuso. “Mi hermano maneja un poquito más el tema de la ‘compu’, y bueno, vamos anotando todo y va sacando gráficos y vas comparando. Los dos años de la seca, que las sojas fueron muy bajas, con 11 quintales, y vos tenías un costo de 15, en alfalfa sacamos 22 y limpio”, cerró.