Para el ingeniero agrónomo Alejandro Giaquinta “conocer el potencial de un campo natural es algo imposible, tendríamos que remontarnos a la época donde los animales pastaban sueltos sin alambrados”.
Con esa declaración podemos entender su pasión por conocer el desarrollo de los pastos naturales, como crecen en su zona, y aprovecharlos mediante la práctica de ganadería regenerativa.
En el partido de Olavarría, está a cargo de la dirección de la Chacra experimental Blanca Grande que pertenece al Ministerio de Desarrollo Agrario. Ubicada a 60 km en dirección Oeste de la ciudad cabecera del partido, inserta en lo que es la región pampeana en la zona conocida como Depresión del Salado cuyo suelo presenta características topográficas y edáficas muy particulares.
“Mi madre tenía campo cerca de lo que es la depresión del salado y recuerdo que en mi adolescencia subía a caballo y recorría el campo natural”, rememora y cuenta que sin tener muy claro lo que hacía, desmotaba y caminaba porque le llamaba mucho la atención los pastos nativos que existían allí.
Con el correr del tiempo, Giaquinta comenzó a estudiar los tipos de pastos y a poder diferenciar qué tipo de forraje era y qué función podía cumplir. Cabe aclarar que en esa época no existía una bibliografía abundante sobre campos naturales y sí sobre pasturas y verdeos de invierno y de verano, siendo que la mayoría de los establecimientos tenían en la zona vastas extensiones de campos naturales.
“Siempre me dio curiosidad el potencial de producción de esos campos”, cuenta y agrega: “cuando cursé la carrera de Ingeniería Agronómica en unidad integrada INTA Balcarce, aprendí mucho más sobre campos naturales y manejo rotativo, sobre verdeos, pasturas y sobre la fisiología de los pastos y lo que tienen en común, tanto la vegetación perenne como la de estación”.
A los 20 años -recuerda- que concentró en un potrero un rodeo de cría y clausuro otro por 6 meses, practica inusual por aquel entonces, para ver cómo se expresaba la vegetación del campo natural cuando este no estaba bajo la presión del pastoreo continuo, algo que resulto ser muy interesante.
“Luego de trabajar asesorando el cultivo de trigo candeal y como asesor en cría e invernada llegué a la Chacra experimental Blanca Grande donde finalmente arrancamos con las experiencias de ganadería regenerativa sobre el campo natural y donde comenzamos a armar planteos rotativos en campo natural y con recuperación de los pastos sin ser ganadería regenerativa aún, porque años más tarde, entendimos que esta hace hincapié en el suelo, después en el pasto y recién después en la producción de carne como fruto de lo anterior”, sostuvo.
Pidió cambiar la mentalidad, y manifestó: “hoy en día los técnicos pensamos en el pasto, en la carne y pocas veces en el suelo siendo que este es la plataforma que permite la vida de los pastos”.
Cómo pensar el manejo del campo natural
“Haciendo ganadería regenerativa se logran resultados en poco tiempo. El campo natural tiene una capacidad de resiliencia impresionante. Aún en casos de pastoreo continuo los campos no tardan tanto en recuperarse”, explica.
“Siempre tenemos que pensar que el pasto está compuesto por una parte radical y una aérea. La parte aérea que vemos tiene similar proporción que las raíces, y la planta fisiológicamente, tiende a mantener un balance o equilibrio constante entre ambas partes. Si tengo un campo sobre pastoreado, las raíces serán muy cortas y ese sistema radicular tan pequeño tiene menor capacidad para absorber nutrientes y humedad, por ende, esa planta, tendrá una corta vida”.
Cuando hablamos de “regenerar el suelo” no es otra cosa que darle de comer al suelo, y “eso se logra con el dióxido de carbono que existe en la atmósfera que ingresa a las hojas y que por el proceso de fotosíntesis ese carbono va a constituir el esqueleto de la planta y dar desarrollo a las raíces”.
“Por el equilibrio que la planta debe mantener entre la estructura aérea y radicular, cuando el animal pastorea y se lleva una porción de la parte área, similar porción es la que queda en el suelo y es esta quien termina en el suelo alimentando a la micro flora y fauna existente allí”, afirma.
En un trabajo conjunto con la Facultad de Agronomía de Azul desarrollan estudios para evaluar la evolución y recuperación de la microbiología del suelo. Es que cuando están degradados por pastoreo continuo no tienen la misma riqueza microbiológica que si tienen los suelos que están con descansos.
También explicó que analizan “una siembra de escarabajo estercolero, insecto responsable de incorporar nutrientes contenidos en la bosta en el suelo, trayendo el insecto de un campo y llevándolo a otro degradado”.
“La recuperación de los campos naturales, si no están muy afectados, es muy rápida. Y con solo pensar que el ganado va a tener mayor disponibilidad y diversidad de comida el resultado final es el engorde y el bienestar animal”, dijo.
“Muchos animales se acuestan a rumiar y otros, en épocas de escaso forraje, se echan porque están cansados de masticar nada. Si el ganado tiene un buen tamaño de bocado, buena cantidad y buena calidad de alimento el engorde está asegurado”, apuntó.
“Esta situación implica un menor costo energético de mantenimiento al caminar menos en la búsqueda de alimento. La tasa de ganancia de peso en el animal va a ser mayor cuando existan los descansos y la vegetación del campo natural, se pueda expresar con todo su potencial” asegura.
Fuente: AgriBio