“Hay que dar el salto tecnológico” para producir en escala

Mauricio Gili es un “alfalfero” de la zona de Etruria que tiene unas 200 hectáreas en producción. Viajó a Canadá para conocer la maquinaria que al norte del continente utilizan para “secado”.

Argentina hoy participa en menos del 1,5% del mercado mundial con grandes desafíos en deshidratado y re compactado para poder dar el salto en este negocio. En ese marco, Integrantes del Clúster de Alfalfa de Córdoba viajaron a Canadá en una misión para conocer las alternativas que la tecnología de la empresa Chinook brindaría.

Uno de los que viajó fue Mauricio Gili, productor de la zona de Etruria, quien aportó su mirada de la actualidad de la producción, del negocio y las necesidades que hoy presenta la cadena, con la obligación de sumar tecnología para producir más y mejor.

“No puedo saltar en escala si no puedo lograr calidad”, apuntó y agregó que lo que vio en Canadá “sirve” para implementaron en nuestro país.

Y en esa posición de “tecnologizar” la producción enumeró que “la hélice no va más, hay que dar el salto definitivo a la segadora, aprender a usar bien el acondicionador, el rastrillo giroscópico es indiscutible, es una herramienta que hoy debería estar en cualquier productor forrajero que quiera sacar calidad”.

Gili fue claro, para empezar a pensar en sumar tecnología sin espantarse por los costos, primero se debe “enseñarle a hacer el número al productor, hay que enseñarle que no es el precio por cantidad de hectárea para amortizar, sino que acá es la calidad lo que tenemos que ver para amortizar el rastrillo”.

“¿Qué se va a lograr con el giroscópico? dejar de juntar ceniza, tierra, alfalfa vieja; pero además, lo que toque lo toca con más suavidad, entonces vamos a juntar más hoja”, indicó.

Y sumó que es necesario estar capacitándose y en constante aprendizaje: “tenemos que aprender a rastrillar, me incluyo, todavía estoy haciendo pruebas, pero hay que empezar a entender que no va más lo de rastrillar adelante de la máquina, sea mega, roto, hay que entender que hay que rastrillar un día antes o hasta dos días antes o hacer un doble rastrillado para poder acelerar el secado”.

Urrets Zavalia (izquierda) y Mauricio Gili (derecha)

Para empezar a dar el salto, un producto debería contar – siempre según Gili – con una segadora, rastrillo, aplicador de conservante y saltar a la secadora. “He visto un montón de proyectos de gente que ha salido y ha sembrado 500 hectáreas de alfalfa y después no sacaron nada de calidad”, remarcó.

“El manejo de que tiene que ser más profesional desde el arranque, desde saber cuándo cortar, cuándo rastrillar, cómo rastrillar y cuándo enfardar, en que formato. En base a eso, cuando logremos acortar un día con el giroscópico, ya vamos a dar un pequeño salto en producción”, se ilusiona.

“Cuando logremos incorporar el conservante, nos va a dar una ventana de más horas en las que vamos a poder trabajar con un poco más de humedad, pero lo vamos a poder conservar tranquilo, que no vamos a tener el problema de que nos genere moho, que se nos busque arder, principalmente en el megafardo”, explicó.

Este productor del departamento San Martín, en Córdoba, tiene experiencia en exportar “farditos” a Brasil hace unos dos años. “Fue una experiencia que me enriqueció mucho, fue compleja, me tocó situaciones complicadas, gastos extras, de todo un poco, pero la verdad fue interesante”, sostuvo.

Sin embargo, después de esa posibilidad sucedió que en el vecino país “pedían volúmenes que no podíamos cumplir”, indicó.

“El mercado está, pero no tenemos cómo abastecerlo porque todavía no logramos sacar una buena cantidad de buena calidad”, se lamentó.

El mercado interno…

Gili produce megafardos principalmente por una cuestión de comodidad a la hora del manejo. Su producción se destina al mercado interno en la actualidad, principalmente para consumo de vacas de carne y de tambos.

“Hay como una gran diferencia entre el tambo de punta y el tambo tradicional”, dijo y remarcó que el último “se mueve con su rollo, algunos ni siquiera usan cúter, como que les gusta el manejo rústico u obsoletos y después está el tambo de punta que quiere calidad”.

Además, el megafardo, les brinda “mejor calidad porque se puede hacer un poco más seco, sacan mejor leche y es más plata. Cuando hay calidad y a un animal que vos le metes un pasto de más de 19, 20 de proteína vas a necesitar menos kilos de alimento para sacar los litros de leche”.