Avena, raigrás, centeno, cebada y trigo, entre las opciones de verdeos de invierno para asegurar forraje, reducir costos, cubrir requerimientos nutricionales del rodeo y proteger el suelo. Claves para elegir el verdeo adecuado y maximizar su potencial.
Los verdeos de invierno, son recursos forrajeros fundamentales para sostener la producción ganadera durante los meses de invierno. Su capacidad de lograr altas tasas de crecimiento con bajas temperaturas les permite cubrir, al menos parcialmente, el “bache productivo” que se genera en esta época del año.
La elección del tipo de verdeo depende del suelo, ambiente, fecha de siembra y requerimientos nutricionales del rodeo. Si se les proporciona una adecuada nutrición, una siembra de calidad y los productos fitosanitarios necesarios, los verdeos de invierno pueden producir grandes cantidades de materia seca.
A continuación, se detallan los principales tipos de verdeos de invierno y sus características, así como las zonas y suelos más adecuados para cada uno.
Avena
La avena es el verdeo de invierno más utilizado en los sistemas ganaderos argentinos, ya sea para pastoreo directo, confección desilaje o heno, o para la producción de grano. Hay dos grandes tipos: la avena blanca (A. sativa) y la avena amarilla (A. byzantina).
La «Avena blanca» es la más sembrada en Argentina. Es más precoz, con hábito semierecto aerecto, ytieneuna capacidad demacollaje máslimitadayunpobre rebrote. Existen cultivares de ciclo corto, con rápido crecimiento inicial, que proporcionan el 50% del forraje en el primer pastoreo; y cultivares de ciclo largo, con un crecimiento inicial más lento pero que prolongan la producción hasta la primavera avanzada. Por otro lado, la avena amarilla es más rústica, con un ciclo intermedio a largo, un macollaje abundante, un buen rebrote y un porte semipostrado a semierecto, lo que la hace ideal para el pastoreo.
En el mercado hay un amplio abanico de cultivares, desde aquellos de rápido crecimiento inicial hasta los de ciclo intermedio-largo, con curvas de producción más equilibradas para cubrir el «bache» invernal. Aunque puede adaptarse a toda la región pampeana, la avena prospera mejor en suelos sin limitantes. Su sistema radicular semiprofundo le otorga una tolerancia moderada a la sequía.
Las avenas de ciclo corto presentan un rápido crecimiento inicial, lo que permite iniciar el pastoreo a los 40-45 días después de la siembra en condiciones óptimas. Se adaptan bien a siembras convencionales y directas, y pueden sembrarse temprano en zonas templado-frías (fines de enero-febrero), aunque las siembras muy tempranas pueden inducir el estado reproductivo, lo que resulta en una pérdida de calidad y potencial productivo si se producen «golpes de calor». La semilla grande de la avena facilita la siembra en condiciones subóptimas y con sembradoras mal reguladas.
El principal uso es el pastoreo directo en invernada y tambo (Foto 1), aunque también se utiliza para henificación, silaje o grano. Si bien suele sembrarse sola, en los últimos años se han realizado pruebas de consociaciones con leguminosas, como la Vicia, para balancear la calidad, e incluso con raigrás para complementar el ciclo.
La avena tiene una buena palatabilidad y calidad forrajera en estado vegetativo, aunque existe el riesgo de desequilibrios nutricionales e hipomagnesemias en inviernos húmedos. Es altamente susceptible al pulgón verde y no hay variedades resistentes, por lo que es esencial utilizar curasemillas para prevenir ataques. Además, es bastante sensible a enfermedades foliares como la roya.
Raigrás (Lolium multiflorum)
El raigrás anual es un cultivo muy versátil y ampliamente difundido en varias regiones productivas de Argentina. El cultivo tiene un elevado potencial productivo durante los meses de invierno y primavera, superando a menudo a otros verdeos como la avena y el trigo. Presenta una muy buena capacidad de macollaje y una excelente resistencia al pisoteo animal. Además, sufre menos problemas con pulgón y enfermedades foliares como la roya de hoja en comparación con la avena.
La semilla de raigráses la más pequeña entre los verdeos, lo que puede dificultar la siembra. De hecho, muchos productores que están acostumbrados a sembrar avena encuentran dificultades para lograr una implantación adecuada, ya que este cultivo requiere siembras muy superficiales. Otra desventaja es su sensibilidad a la falta de humedad, siendo el más afectado entre los verdeos de invierno. Además, su establecimiento inicial es más lento, lo que retrasa el momento del primer pastoreo en comparación con la avena, por ejemplo.
Existen dos grandes grupos de cultivares: los diploides (con hojas más finas y mayor rusticidad frente a condiciones climáticas adversas) y los tetraploides. Estos últimos presentan células más grandes, mayor concentración de carbohidratos solubles, proteínas y lípidos, pero menor capacidad de macollaje. Sus macollos son más grandes, con hojas más anchas y largas, de color verde más oscuro, con menor concentración de materia seca, mayor palatabilidad en estado vegetativo, y generalmente ciclos más largos que los diploides.
El raigrás se utiliza principalmente para pastoreo directo (Foto 2), aunque en los últimos años también ha crecido su uso para la confección de silaje. Su sistema radicular es ramificado pero poco profundo. Se adapta muy bien a la región pampeana, siendo especialmente común en áreas húmedas y subhúmedas (>600 mm). Aunque prefiere suelos de loma y alta fertilidad, su implantación y producción pueden verse limitadas frente a la escasez de lluvias. En condiciones óptimas, puede alcanzar tasas de producción de hasta 50-70 kg MS/ha/día en invierno y 120 kg MS/ha/día en primavera.