“Fer tenés que darnos una mano con el trabajo, vas a tener que dejar de estudiar”. Esa fue la frase con la que Fernando Michelotti comprendió que la situación económica que atravesaba su familia era grave.
Con 15 años y en un pueblo chico como Morrison, sintió vergüenza al tener que colgar el guardapolvo. Tiempo después, con esfuerzo, trabajo y apoyo del entorno, la vida le dio revancha: no solo logró terminar el colegio sino que en su localidad, está haciendo historia.
“El trabajo era la clave”
“Fue muy doloroso en su momento, sentí mucha impotencia, mucha vergüenza, pero decidí dar una mano y me fui a trabajar de empleado a una metalúrgica, donde empecé barriendo”, relató el cordobés en diálogo con TN.
Michelotti logró terminar la secundaria con 21 años, y en ese período también sufrió el remate de la casa en la que vivía con sus padres. “Fue horrible, pero también lo viví como un señal de que el trabajo era la clave. En la empresa metalúrgica fui ascendiendo y terminé como encargado de hacer los trámites de exportación”, relató.
Contó que fue en esa época donde comenzó a soñar con ser dueño de una empresa y que el mundo conociera su producción. “Mi padre se había quedado con una rotoenfardadora y un tractorcito viejo. Dejé la metalúrgica y empezamos con eso, y con 20 hectáreas. Hoy contamos con 450 de alfalfa implantadas en la zona de Morrison”, le dijo a TN.
Luego de más de 15 años de trabajo, Michelotti logró estar “preparado para hacer un heno de alfalfa de calidad premium”, pero aún le faltaba hacer contactos laborales para llegar al mercado internacional que sabía que existía para su producción.
Unirse a otros productores fue la clave para alcanzar su sueño. Junto al Inta Manfredi crearon el primer cluster de alfalfa de la provincia de Córdoba, “una red de actores públicos y privados vinculados al cultivo que interactuan y sinergizan para el logro de objetivos comunes”.
“Sané la vergüenza, me siento orgulloso”
“Vamos a exportar alfalfa, ‘¿quién se suma?”’, preguntaron en una reunión y por supuesto, Michelotti no dudó. “El primero que levanté la mano fui yo, me latía el corazón a mil de la emoción, así que preparamos una partida de fardos chicos, los almacenamos, tomamos las muestras correspondiente con el Senasa y después de unos meses llegó un equipo de Brasil y cargamos todos los fardos”, contó Fernando.
Por la sequía histórica que afectó al campo argentino no está disponiendo de suficiente cantidad para abastecer al mercado internacional. El productor cordobés, que se convirtió en el primer exportador de su pueblo, ya tiene pedidos de Uruguay y Emiratos Árabes.
“En el mundo nos abrieron las puertas, es un orgullo propio y del pueblo. Puedo decir que sané la vergüenza que pasé en su momento, y hoy me siento orgulloso porque a pesar de todo lo malo, pude cumplir con los objetivos deseados”, reflexionó.
Por Ani Kuper – Publicado en el portal Tn.com.ar