Los suelos con aptitudes intermedias, e incluso los más limitados del sur de Santa Fe, también sufren una agricultura continua. Con soja y maíz, lotes con este tipo de suelos tienen rindes inferiores. Por eso, las rotaciones con pasturas perennes y ganadería pueden ser una alternativa de diversificación económica.
En este marco, producir pasto puede ser un buen negocio y a la vez se puede estar cuidando y/o recuperando suelos degradados tanto en su fertilidad física y química como biológica. “En un contexto de amplia dominancia de tecnología de insumos, diversificar con más tecnologías de procesos puede ser buen negocio”, plantean desde el INTA.
Desde el instituto, destacan que implantar una pastura base alfalfa con fertilización cuesta alrededor de $13.000 por hectárea y los gastos de implantación y protección de una hectárea de soja está alrededor de esos mismos valores también. Es decir, el desafío para el productor es y seguirá siendo el destino de ese forraje producido.
“Muchos productores en la zona han empezado a trabajar en sus tierras implantando verdeos de invierno entre dos cultivos estivales, con encierres a corral, logrando resultados diversos. El pasto, sea cultivado o natural, sigue siendo el alimento más barato del mercado. Un kg de materia seca de pastura base alfalfa tiene un costo de $0,9 por kg de materia seca. La propuesta consiste en agregar alguna superficie de pasturas perennes de alta productividad al sistema y manejarlas a lo largo de los años y estimular las rotaciones”, afirman.
Es frente a este escenario que, hacia fines de febrero, tuvo lugar en el INTA Oliveros una jornada a campo denominada “Sistemas mixtos: la importancia de integrar agricultura y ganadería” donde se evaluaron ensayos de fertilización en alfalfa sobre suelos con larga data agrícola, con el objetivo de conocer la productividad mínima y máxima de esta pastura para la región.
“Se realizaron tres ensayos diferentes frente a un testigo con el objetivo de medir la respuesta en rendimiento de kilos de materia seca/ha”, dijo a TodoAlfalfa el Ing. Juan Ignacio Ibarlucea, Jefe de la Agencia de Extensión Rural Roldán, Santa Fe, quien posteriormente a la muestra de los ensayos a campo se encargó de explicar los resultados obtenidos.
“Los ensayos realizados trabajaron sobre tres combinaciones diferentes de fertilización para comparar con el testigo. Una alfalfa fue tratada sólo con Azufre (S); una segunda con Fósforo (P) + Azufre (S); y una tercera combinó fertilización con Fósforo (P) + Azufre (S) + Magnesio (Mg) + Calcio (Ca)”, subrayó el profesional.
El ensayo se realizó sobre un suelo arguidol típico serie Maciel, Clase 1; con un Índice de Aptitud de 82, un drenaje bueno a moderado y bajo una superficie de textura franco limosa, con más de 50 años de agricultura.
El estudio describe que la fecha de siembra y fertilización fue el 30/05/2017, con la variedad WL 1058 (20 kg semilla pelleteada/ha), bajo un cultivo antecesor Soja 1º fertilizada con 80 kg STC, en siembra convencional y con un herbicida preemergente (0,5 lts preside/ha).
Se realizaron 14 cortes desde septiembre de 2017 a la fecha, y se pudo observar cómo la fertilización con Fósforo (P), logró marcar una importante diferencia frente al testigo si se la compara con las mezclas utilizadas en los demás ensayos. Claramente (ver cuadro) se visualiza como (P) es quien marca la diferencia en las tres opciones planteadas.
El estudio planteó que era necesaria una eficiencia de cosecha aceptable, igual o mayor al 60% para que sea rentable en el esquema, que es un problema general en sistemas pastoriles de carne y leche; por lo que los datos arrojados por el ensayo son más que alentadores si se tienen en cuenta los siguientes datos:
«El ensayo también permitió observar que se produjo un mayor stand de plantas de alfalfas en parcelas con (P) y menor presencia de malezas», subrayó Ibarlucea.
Desde el INTA, destacan también que, a pesar de estos resultados, los productores debieran hacer siempre un análisis previo a la siembra para definir que fertilizantes aplicar.