La situación que los especialistas del INTA Rafaela, Eduardo Comeron y Salomé Guerra, plantean para la región, afectada por las inundaciones, puede transpolarse a muchos establecimientos de otras zonas del país, de similares características y que han pasado por situaciones adversas en lo climático como en la zona centro y sur de la provincia de Santa Fe.
Los profesionales expresan que estas condiciones obligan a repensar la estrategia de alimentación, recordando que los alimentos que ingresan al rumen de la vaca tienen que cubrir las necesidades básicas de mantenimiento y que sólo cuando los nutrientes de los alimentos consumidos cubren estas necesidades, comienza la producción.
Recuerdan que la calidad de los alimentos impacta en la eficiencia de conversión: mayor cantidad de leche por kg de Materia Seca (MS) consumida. Dependiendo de varios factores (como por ejemplo el momento de la lactancia), la referencia se encuentra en el rango de 0,8 a 1,4 litros /kg MS consumida y en una media de 1 a 1,1. ¿Cómo conseguirlo? ¿Qué impacto y riesgo tienen las estrategias de alimentación en el sistema de la empresa?
Para ello, esbozan una serie de indicadores necesarios a tener en cuenta: “La fibra es tan importante como la energía y la proteína en la práctica de una alimentación equilibrada. Tiene que tener capacidad de generar la rumia y no deprimir el consumo. Su carencia provoca problemas de acidosis y de inversión de la grasa butírica. Los excesos afectan el consumo voluntario de los animales, provocando desbalances; y no todas las fibras son iguales: 1 kg de MS de un rollo de un cereal de invierno no aporta lo mismo que 1Kg de MS de rollo de rastrojo maíz o sorgo, por ejemplo”, explicaron.
Frente a este escenario, desde el INTA Rafaela proponen aprovechar los nutrientes de la dieta. “En nuestra zona -y no solamente por el efecto de la inundación- los tambos se encuentran 2 kg por debajo de los rendimientos esperados para el silaje y un kilo por encima de lo aceptable en Fibra Detergente Neutra (FDN, que es la parte estructural de la planta, de menor calidad, lo que implica menor aprovechamiento). Hay que reclasificar los alimentos disponibles y posibles de conseguir. Priorizar sus usos, siempre buscando minimizar los desperdicios”, afirman.
También destacan que “es necesario proyectar los requerimientos de fibra en la dieta (cantidad mínima y necesaria, pensando en ajustes estacionales) especialmente en esta época del año que es particularmente complicada por la espera que supone poder comenzar a utilizar la oferta de los nuevos cultivos. También conformar una ración que permita lograr el consumo de MS requerido. A modo de ejemplo, para una vaca que produce 7000 a 8000 litros de leche por lactancia y que consume 20 kg de MS por día corresponderían 6 kg de silo (30%) + 6 de pastura (30%) + 2 de heno (10%) y 6 kg de concentrado energético y proteico. Existen softwares útiles para realizar los cálculos en función de la calidad de los alimentos y las categorías (RACION, NRC, entre otros)”.