Pero Ana tampoco le esquiva al trabajo junto a su hijo, Germán Sanko, en Colonia Necochea, cerca de Las Breñas, cuando en las madrugadas hay que enfardar la alfalfa. “Mi madre es muy detallista, y es muy bueno tenerla cerca porque conoce los detalles de lo que es este cultivo”, describe Germán. No quiere muchas fotos.
“Ando con ropa de trabajo, esto nos gusta y es nuestro sostén económico, y como mujeres podemos hacer mucho por el país”, dice la mujer al bajarse del tractor, ya que en un acoplado lleva los fardos hacia el galpón donde acopia la producción.
Ciclos cortos, trabajo todo el año
Ana cuenta que “la siembra de alfalfa tiene una gran ventaja, tanto por su ciclo corto, que en cuarenta días ya se está cortando y hay mucha demanda del mercado interno”.
A la par, suma otro dato interesante: “Hay oportunidades todos los meses, cosa que un cultivo cualquiera no la tiene, y si se pudiera complementar con otra actividad, como la ganadería, sobre todo un feed lot, sería muy bueno”.
“Un productor de 50 hectáreas de alfalfa es mediano grande. Y de soja, no es nadie, por eso con Germán estamos viendo la forma de darle un buen impulso y la forma de incentivar su siembra”, dice la mujer, considerando que “da mucho margen a todo con alfalfa, ya sea en gallinas y todo tipo de ganado”.
200 toneladas por cada 100 hectáreas
Ahora disponen de 300 hectáreas en las cuales han implantado el cultivo. De cada 100 hectáreas, se obtienen 200 toneladas de fardos de alfalfa.
“Y podemos comprar a la vuelta. Ya estuvimos pensando en eso y queremos incluir a la cooperativa también”, comenta, y agrega que todo comenzó con esta idea de apostar en mayor cantidad de hectáreas “cuando vimos que en Córdoba Alfasud comenzó a promover esta idea y rápidamente el gobierno de esa provincia le abrió las puertas con gestiones, porque es lo que queremos, y esa máquina que ellos usan ahora la tenemos aquí nosotros para el corte rápido y preciso”, señala.
Una buena alternativa
Germán Sanko, hijo de Ana Kelm, pone de manifiesto algunos costos y también resultados que a la hora de evaluar la campaña se pueden tener en cuenta.
“No es que sea una joyita verde, no todo es rentabilidad, pero, cuando se hacen las cosas bien con asesoramiento técnico adecuado, es rentable a la hora de ver que la superficie de siembra de un productor de alfalfa de cien tareas es muy grande, y hoy un productor de soja de cien hectáreas supongo que sí le llego una campaña mala como la pasada ya habrá vendido un vehículo para cubrir la cuenta y, si no, finaliza vendiendo el campo y alfalfa tiene otros resultados”, manifiesta.
Dice que la siembra de alfalfa es cara, pero una vez hecho el proceso es rentable y si cuidamos la producción, hay margen, y además se cuenta “con un menú de opciones interesantes”, agrega y destaca el rol que cumplen las mujeres rurales en esta tarea.
Poner en valor el cultivo
Los productores chaqueños de alfalfa intentan poner en valor el producto, y buscan la forma de obtener más rentabilidad, en una región en la que desde el inicio el costo del flete entra jugando fuerte, pero que en el mercado interno tiene su impacto favorable, con buenas expectativas a partir de un mayor conocimiento y el uso de nuevas tecnologías.
“Debería tener algún incentivo para fomentar su siembra, ya que la alfalfa ocupa una importante cantidad de mano de obra, y es constante el movimiento. Es una actividad muy poco conocida”, dice Sanko.
“Esta es una zona que tiene beneficios en cuanto a la semilla porque el clima, con calores y niveles de agua, pero sería muy bueno darle un impulso porque se siembra en pequeñas parcelas”, agrega.
Por Hipólito Ruiz – diarionorte.com