El directivo, reafirmó el buen momento del sector, explicando que “venimos de un crecimiento de la siembra de pastura” que en algunos lugares llegó al 15%.
– A comienzos de 2016 se hablaba de un posible crecimiento de área destinada a forrajeras. ¿Se cumplieron esas expectativas?
– Sí. Observamos una fuerte mejora, basados en las estadísticas que maneja nuestra Cámara. Hubo incrementos en las ventas de las principales semillas forrajeras certificadas del mercado, de alrededor del 15%. Durante los últimos cuatro años la cantidad de kilos de semillas vendidas venía en retroceso, pero las buenas expectativas hicieron que hoy haya más mercados para las principales forrajeras como festuca, alfalfa y ray grass anual, entre otras.
– ¿Cree que durante esta campaña esa demanda se incrementará?
– Somos optimistas en que el aumento de la demanda va a continuar. Si bien estamos comenzando la campaña en marzo, se observa interés de parte de los productores por renovar sus pasturas. Estas perspectivas alientan al mercado y nos hace pensar a todos los semilleros que habrá por lo menos un incremento similar al que tuvimos en la campaña anterior.
Números que cierran
El gran impulso dado al sector agropecuario en el último año, y sobre todo las buenas perspectivas en la ganadería a mediano plazo, hace que el sector semillerista de forrajeras continúe mirando al futuro con mucho optimismo. Los buenos escenarios que ofrece la Argentina para la exportación de carne, también son impulsores de la siembra.
“Nuestro sector está repuntando. Estaba pasando por un muy mal momento. Si tomamos los últimos seis o siete años, la curva de consumo iba para abajo, y recién el año pasado notamos un rebote gracias a las mejores expectativas en el productor”, dijo el entrevistado.
– ¿Cuáles son los números que maneja el negocio de la semilla forrajera en el país?
– Se calcula que el movimiento en dólares de todo lo que es semillas, llámense híbridos, autógamas, soja, trigo, forrajeras, es de 1.000 millones de dólares. La semilla forrajera de césped significa el 10% de esto. O sea, 100 millones de dólares. Aquí estamos considerando solo las semillas forrajeras templadas, que son las que se comercializan; no se consideran las tropicales porque es muy difícil tomar estadísticas, ya que recién ahora se están registrando variedades en nuestro país.
– ¿A qué atribuye este buen momento que hacía mucho tiempo no se daba?
– Desde mi punto de vista, creo que este momento de gran relevancia se dio debido a la mayor actividad del productor ganadero o mayor interés. El año pasado fue excepcionalmente bueno en febrero-marzo, con mucho consumo, mucha demanda. En el mes de abril se paró totalmente por las lluvias que inundaron Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos. Después, desde mayo hasta el día de hoy, siguió la demanda. Lo que también se notó fue un mayor consumo en primavera de alfalfa y de otras pasturas que no se sembrarían en primavera, debido a toda esta situación climática que se vivió.
– ¿El negocio principal sigue siendo el de las alfalfas?
– Siempre el negocio principal fue la alfalfa. Entre 10 y 15 años atrás, el consumo de alfalfa en el país era importantísimo. Se hablaba de hasta 15 millones de kilos de semillas o 15.000 toneladas, y hoy estimamos que estamos en los 5,2 millones. Hubo todo un problema, cayó mucho el consumo, sobre todo porque se dejó de sembrar alfalfa pura, para utilizarla consociada. La ganadería en los últimos años también bajó y la lechería ni hablar. Entonces se notan estos cambios.
El clima y el nuevo sistema de pasturas
“Estamos convencidos que de no haberse originado un grave problema climático en las zonas tamberas, la venta de semillas forrajeras y en especial de alfalfas hubiese sido extraordinaria”, manifiesta Thisted con algo de pena.
Claro que el sector lechero sufrió un deterioro sin precedentes producto de las inundaciones, y además debió lidiar con un precio para la leche muy por debajo de las pretensiones productoras.
Por otra parte, en relación a las alfalfas, desde los semilleros están planteando la necesidad de incorporar otras pasturas que remplacen a “la reina” en los tambos complicados de Córdoba y Santa Fe, con la finalidad primordial de bajar los costos en estas unidades productivas. “Desde 2015 los productores de leche comenzaron a pedirnos alfalfas baratas y de menos calidad porque con sus problemas financieros no tenían margen económico para gastar más”, explicó.
– ¿Cómo pueden reemplazar los tamberos el alto impacto productivo de las alfalfas certificadas?
– Ellos son muy observadores y entienden la importancia de contar con alfalfas de primera calidad y certificadas, para incrementar la producción de leche. Sin embargo se dieron cuenta que los números no le cerraban a pesar del buen impacto que éstas tienen en la producción de leche. Más aún cuando perdieron dos siembras consecutivas por inundaciones severas. Por eso desde las empresas que componemos la Cámara de Semilleristas y el INTA, estamos trabajando para desarrollar materiales que reemplacen a las alfalfas, con la finalidad de bajar sus costos y que no pierdan tanta productividad de leche.
– ¿Qué alternativas manejan para ello?
– En realidad no es un tema fácil. Hay productores que están acostumbrados y no se resignan fácilmente a pesar de que se dan cuenta del impacto en sus costos. Por eso estamos trabajando en leguminosas como trébol rojo, cebadilla y festuca que pueden brindar forraje de gran calidad, aunque no a la altura de una alfalfa. No obstante, estamos buscando alternativas que seguramente en corto plazo haremos públicas para tratar de aliviar este difícil momento coyuntural que les toca vivir.
Las alfalfas reinan siempre
Más allá de las regiones que sufrieron el impacto climático, el resto sigue apostando a la alfalfa con mayor fuerza que antes. El sureste bonaerense y las regiones no afectadas de Córdoba y Entre Ríos, continúan invirtiendo en la pastura más sembrada del país.
“A pesar de todo observamos incrementos en la siembra de esta pastura ya que sigue siendo considerada como la de mejor calidad de forraje por productores de leche y carne”, enfatizó el entrevistado.
– ¿Se continúa importando semilla de alfalfa?
– Sí, sobre todo las alfalfas de buena calidad que importamos desde Estados Unidos y Australia. Con el Gobierno anterior tuvimos un problema burocrático respecto a la importación y comenzamos a producir en nuestro país para poder llegar a sembrarlas en tiempo y forma. Sin embargo en la Argentina la producción de semilla de alfalfa es inestable, con lo cual hay campañas donde nos puede llegar a jugar una mala pasada. Por ese motivo la importación es necesaria e inevitable.
Exportación de pasturas y mercado interno
En materia de exportación, los semilleros argentinos tienen una alta demanda a nivel mundial, aunque no es significativa. Uno de los países con mayor solicitud de pasturas de la Argentina es China. En este sentido, una de las empresas locales exporta trébol blanco, no como forrajera sino como ornamental para césped. Además, existen semilleros que envían productos a Europa, que es un gran consumidor de ray grass anual y ray grass perenne para césped. Sin embargo, según aclaró Thisted, no son las mismas variedades que se venden para forraje en nuestro país, sino que son otras, específicas, de menor porte y otro tipo de crecimiento.
– ¿El mercado exterior se presenta favorable?
– Las exportaciones de semillas forrajeras, no son significativas aunque también reflejan algún crecimiento. Mucho depende de nuestra paridad cambiaria, que a veces nos saca del mercado, pero diría que es un 10 – 15%.
Casi todas nuestras empresas sufrieron el achique de personal y de estructura tratando de adaptarnos a la situación, pero ahora esperamos que haya un repunte. El consumo interno venía cayendo y repuntó el año pasado, por ello creemos que también la exportación lo hará. La expectativa es que se vuelva a lo que era unos años atrás. Cambió el escenario. Hay apertura, hay nuevos mercados. Hubo una mejora del precio internacional, y eso asegurará la situación.
– En el mercado interno ¿sufrió incrementos el precio de las semillas forrajeras?
– No. En los últimos cuatro años el precio de las forrajeras se mantuvo estable en dólares. No obstante sí estamos observando un aumento en el costo de producción por el incremento que tuvieron algunos insumos. Lo más grave para los semilleros es el costo del flete, que indudablemente luego se traslada al productor en el valor de la semilla. Ni hablar de los costos de mano de obra y aportes a Uatre. Esto último se transforma en excesivo cada día y es obligatorio para las empresas chicas, por lo tanto competir en este mercado con los valores que pregonan algunos sindicatos se hace muy difícil.
Inconvenientes que preocupan
Los semilleros denuncian una situación que va de mal en peor, porque les generan una competencia desleal. La conocida “bolsa blanca”, es un ilícito sin control que desacopla a la Argentina de la región, ya que según cálculos de mercado, un 10% de la pastura que se implanta en la Argentina es “trucha”. Respecto a ello, el empresario aseguró que su principal competidor “no es el semillero colega”, sino la “bolsa blanca”.
– ¿Qué problemas tiene fundamentalmente el negocio y cuáles son las preocupaciones fundamentales?
– Nuestras demandas ante las autoridades, ante el Gobierno, es un tema eterno que venimos sufriendo hace años que es la “bolsa blanca” o multiplicación de semillas ilegal, aqauella semilla que no es fiscalizada. En forrajeras hay muchas.
Hay un consumo de 5,2 millones de kilos de alfalfa fiscalizada, que se divide en semilla que importamos -porque alfalfa se importa bastante- o que se produce en el país -eso es lo fiscalizado-. Hay operadores que estiman que de 1 a 1,5 millones de kilos corresponden a “bolsa blanca”. Es un porcentaje importante. Y lo mismo ocurre con raygrás anual y con festuca. Ese es el problema fundamental, y por el momento sin solución.
– ¿Qué propuestas mantienen desde la Cámara para procurar que haya fiscalización obligatoria en las forrajeras?
– Nosotros mismos pedimos al Instituto Nacional de Semillas (Inase) que se vayan incorporando las distintas especies de semillas forrajeras a la fiscalización obligatoria. Todavía hay especies como agropiro, que no están dentro de esa fiscalización. Pero año tras año se van incorporando. La disposición de las autoridades de este organismo es muy buena. Hablamos continuamente, ellos se muestran dispuestos, pero hay una serie de problemas económicos que impiden que se cumpla del todo. Vemos que muchas veces, por falta de recursos, no lo pueden hacer.
Ley de semillas y el impulso forrajero
Los referentes de las empresas de semillas forrajeras reclaman la necesidad de contar con una nueva Ley de semillas que promueva la inversión privada, y hasta el castigo para aquellos que no cumplan con la regulación. En ese sentido, tuvieron la oportunidad de participar en las reuniones de ASA, Asociación de Semilleros Argentinos, para debatir su punto de vista en relación a las semillas fiscalizadas de forrajeras.
– ¿Ustedes fueron convocados para dar su opinión sobre las modificaciones a la ley 20.247?
– Desde el comienzo de este nuevo Gobierno pedimos audiencia al ministro de Agricultura para presentarnos como Cámara y fuimos muy bien recibidos. A partir de allí somos convocados cuando es necesario opinar sobre distintos temas. En cuanto a la Ley de semillas, sí hemos participado, y nuestro punto fundamental es un tema conceptual sobre la semilla forrajera, es decir, quien compra una semilla forrajera es para hacer pasto. No es para producir semillas. Entonces, quien produce semilla está haciendo una actividad que no corresponde al concepto de la producción de pasto. Eso fue aceptado por el Ministerio y estamos tratando que ahora en este nuevo proyecto de ley figure esa excepción. Es decir que consideramos que el concepto “de uso propio” allí no corresponde.
– En lo personal ¿observa un crecimiento del negocio en cuanto a facturación y área sembrada pensando en el largo plazo?
– Tanto las empresas como la Cámara vemos una proyección interesante, una mayor facturación. La quita de retenciones hace que hoy en día el maíz sea caro para la suplementación. Estamos avizorando una vuelta a la producción a pasto por un tema económico, o sea reemplazar la terminación de grano con pasto. En eso advertimos una mejora importante, y también en la producción de carne, vemos un alargamiento de la recría, y eso es a pasto. Es decir que hay otro escenario que es muy positivo y debemos prepararnos para ello.
Fuente: Nuevo ABC Rural