La fecha de siembra es uno de los puntos más importantes. La siembra de otoño, presenta un gran número de ventajas que constituyen como la temporada ideal para implantar pasturas. Esto es debido a que en este período, se encuentran temperaturas moderadas y humedad suficiente que benefician la germinación, emergencia y el subsiguiente crecimiento de las plántulas, logrando un desarrollo adecuado que permite soportar las bajas temperaturas invernales sin grandes pérdidas de stand de plantas en la pastura. Además de ello, las raíces adquieren suficiente magnitud para explorar un volumen amplio de suelo, determinando una mayor supervivencia de las plantas, especialmente durante el primer verano.
Sin embargo, es importante considerar que en la medida que la siembra otoñal se retrasa, el descenso de la temperatura establece tiempos de emergencia mayores y estados de desarrollo menores que determinarán pérdidas más altas de plantas durante el invierno, además de un período más prolongado de tiempo hasta el primer aprovechamiento de forraje. Cuanto más invernal sea la fecha de siembra, más rigurosas serán las condiciones ambientales y mayores las pérdidas de stand de plantas, siendo prácticamente poco recomendables las siembras de más allá de fines de Mayo a principios de Junio. Si bien este período favorable es relativamente prolongado, en algunos años, por diversos motivos, la siembra se retrasa hasta exceder el límite recomendado.
El otoño de 2007, se caracterizó por contar con diversas condiciones que atrasaron la siembra de manera muy significativa, de forma que muchos productores no pudieron realizarlas a tiempo. Las lluvias abundantes, que en algunos sectores de la región pampeana excedieron los registros históricos, provocaron desde la imposibilidad de siembra, hasta la pérdida de pasturas implantadas que determinaron enormes deficiencias en la oferta de forraje esperado.
Con el recurso forrajero afectado por pasturas no sembradas o pérdidas, son muchos los productores si es factible sembrar exitosamente en primavera.
Consideraciones para un adecuado logro
Las siembras de primavera, se constituyen como una alternativa que puede ser utilizada en estos casos. Si bien no siempre son seguras, permiten obtener forraje durante el año en cuestión, evitando esperar hasta el otoño siguiente, además de cubrir el déficit forrajero que implicaría recurrir a suplementos costosos.
Es necesario considerar que para disminuir el riesgo de esta fecha alternativa, hay que controlar de la mejor manera posible, algunos aspectos que determinarán el éxito o el fracaso.
El desarrollo que las plántulas adquieren durante la primavera, es distinto al logrado en el otoño. Las condiciones de temperatura, luz y humedad, establecerán desarrollos explosivos, con un volumen aéreo comparativamente mayor que el que puede verificarse en siembras otoñales. Esto genera una gran proporción de forraje en relación al volumen de raíces, lo cual puede resultar peligroso en aquellos años donde las altas temperaturas estivales se conjugan con el déficit de agua. Por este motivo, es importante que los lotes a sembrar durante la primavera, sean manejados de manera tal, que permitan retener la mayor cantidad de agua posible en el perfil de suelo.
Por otro lado, el explosivo crecimiento de las plántulas, también será acompañado con una presión muy alta de malezas que competirán muy agresivamente con la pastura. Para minimizar este inconveniente, es indispensable programar con la anterioridad suficiente el manejo del lote que va a ser sembrado, de manera que mediante un adecuado barbecho, sea posible obtener el mejor nivel de agua en el perfil y una mínima presión de malezas.
Es necesario remarcar la importancia que la presión de malezas provoca en las primeras etapas de la pastura. El período más crítico se constituye en los primeros 90 – 100 días post emergencia, donde es imprescindible mantener el lote libre de malezas. Algunos trabajos citan disminuciones en la capacidad productiva de las pasturas del 20 al 70% con presiones de malezas entre el 5 y el 35% respectivamente. Para ello, es necesario adecuar el uso de herbicidas pre-emergentes y post-emergentes que permiten a la pastura implantarse minimizando la mencionada competencia.
La importancia de la planificación anticipada del control de malezas en siembras primaverales
En muchas ocasiones ocurre que el análisis sobre la importancia de las malezas en la nueva pastura, se realiza una vez que ésta ya ha sido sembrada, y no se considera el control de malezas como dentro del paquete de implantación. Esto quiere decir que se evalúa la posibilidad de «evitar el control si el año acompaña». Esta falta de previsión que intenta erróneamente «disminuir costos», determina que cuando las malezas se presentan, sean necesarias medidas de riego para corregir el daño.
Como consecuencia, las medidas son tomadas a destiempo y con los riesgos que ello implica, como son los de no poder acceder al lote por lluvias, o la necesidad de esperar hasta que la pastura tenga el tamaño adecuado para ser tratadas; lo cual también provoca mayores tamaños de las malezas a tratar con la consecuente necesidad de aumentar la dosis de control. Como anteriormente se menciona, la presión de malezas en las primeras etapas de la pastura son determinantes, de forma que este tipo de planteos por lo general terminan en una mala aplicación del producto a destiempo, poniendo en riesgo la pastura completa, y desde ya, encareciendo el planteo.
El tipo de maleza que se presenta en primavera, también es diferente al de otoño-invierno. Durante las siembras otoñales, las malezas de hoja ancha son las que predominan en la mayoría de los casos, mientras que durante el verano, son las gramíneas las que se encuentran en mayor proporción.
El manejo de malezas en un lote a implantar con pasturas es fundamental. Las malezas son una de las causantes más importantes en la pérdida de pasturas. Por este motivo, es vital reducir al mínimo posible el efecto que ellas provocan. Para esto, la mejor de las recomendaciones es lograr desde el inicio una pastura limpia. Por ello, es esencial una programación anticipada que limite la presión de malezas antes que la pastura sea implantada, además del uso conveniente de herbicidas específicos, ya sea en pre-emergencia como en post-emergencia temprana.
Si se pretende «corregir» una falta de planificación que limite las malezas, esto implica incurrir en costos mayores y en controles no siempre tan efectivos. Hay que recordar que los «parches» salen caros, y nunca dejan de ser «parches».
Los herbicidas utilizados en pasturas, tienen un amplio rango de acción para malezas de hoja ancha, de manera que si el lote presenta una gran presión de ellas, es posible limitar su efecto con el uso de estos productos. Para el caso de las siembras primaverales, donde son las malezas gramíneas las que más presión ejercen, el panorama una mayor complejidad.
Cuando las pasturas a implantar están conformadas por leguminosas solamente, como en el caso de las alfalfas puros, el uso de graminicidas específicos post-emergentes puede solucionar el problema aunque con un costo mayor comparativamente con los herbicidas para hoja ancha en pasturas. El inconveniente se presenta cuando las pasturas son consorciadas, ya que los graminicidas no pueden utilizarse porque eliminarían las forrajeras gramíneas de la mezcla. Para este caso, es fundamental el control de malezas previo que implicaría un manejo anterior a la siembra. También es importante mencionar un tamaño mínimo en las forrajeras a implantar.
Para el caso de las forrajeras gramíneas, estas deben tener al menos un macollo en desarrollo, mientas que en el caso de las leguminosas, podrían utilizarse solamente una vez que cuenten con la tercera hoja. La aplicación de los herbicidas post-emergentes en pasturas antes de los mencionados estadios de desarrollo, no es recomendable en términos generales ya que podrían afectar de alguna manera la implantación de la pastura.
Existen algunos datos que mostrarían que la aplicación de herbicidas pre-siembra o pre-emergentes, tendrían algunas ventajas por sobre las aplicaciones de productos de tipo post-emergencia. Esto ocurre, posiblemente, como consecuencia de cuestiones estratégicas vinculadas a la seguridad brindada por la utilización en el momento oportuno de los primeros, contra la inseguridad (por motivos ya descriptos) del uso de los segundos.
También es sabido que en algunos casos, la ocurrencia de heladas posteriores a la aplicación de post-emergentes, provoca síntomas de fitotoxicidad en ciertas especies forrajeras.
De esta forma, es importante combinar una correcta planificación de manejo previa a la siembra y herbicidas que permitan durante el invierno, mantener niveles de humedad adecuados en el suelo, y una presión de malezas mínimas durante las primeras etapas de implantación.
En años como éste, gran parte de las decisiones de siembras primaverales fueron tomadas en función de las complicaciones anteriormente mencionadas, Es clave considerar que la planificación anterior a esta siembra, especialmente por la reserva de agua en el suelo y las malezas, es la principal determinante para lograr una pastura exitosa a un costo razonable.
Otro de los aspectos de importancia es tener en cuenta, es el manejo a realizar durante el primer verano sobre una pastura implantada en primavera. Fundamentalmente es muy importante no excederse en el pastoreo, ya que presiones muy intensas de pastoreo, pueden provocar una disminución significativa de los componentes de la pastura.
Como conclusión general, la implantación de las pasturas en términos generales, requiere de una planificación que es necesario tener en claro mucho antes de cargar la sembradora, y para el caso puntual de las siembras primaverales, es posible lograr implantar exitosamente pasturas durante esta época si se toman las consideraciones necesarias. La clave del éxito se encuentra en planificar adecuadamente el proceso y no improvisar, de manera tal que los factores de mayor riesgo se encuentran controlados adecuadamente.
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