Razón por la cual, es un soporte alimenticio fundamental para la lechería, la invernada y buena parte de la cría y recría de animales, convirtiéndose directa o indirectamente en una especie hegemónica desde el punto de vista de la producción nacional.
Por otro lado, y desde comienzos de los ‘90 a esta parte, es la especie forrajera donde se ha invertido mundialmente, en mayores esfuerzos de mejoramiento genético, para el logro de un muy basto espectro de cultivares disponibles. Pero a ciencia cierta, y en términos promedios, los niveles de durabilidad o persistencia de los alfalfares implantados no logran una vida útil más allá de los tres años en producción, en el mejor de los casos. Esta última afirmación, debería hacernos replantear cuál es la razón de esta con – tradición aparente-, en la que por un lado el avance genético y tecnológico ha sido importante y dinámico, y por el otro lado, si bien se han obtenidos logros en cuanto a producción, éstos no permiten mantenerse en el tiempo.
Algunas de las razones más importantes que pueden manifestarse son las siguientes:
1) El mejoramiento genético en alfalfa ha generado “techos” de productividad más altos, juntamente con un mayor nivel de requerimientos nutricionales, que no en todos los casos han sido satisfechos. De la mano de esta afirmación también debemos agregar, que el desplazamiento de la actividad ganadera en general, a zonas de menor capacidad de producción y/o con otra aptitud de uso, por el avance de la agricultura, ha ido en detrimento de esas necesidades nutricionales insatisfechas.
2) Como consecuencia de lo anterior, la necesidad de utilizar la fertilización como una herramienta indiscutible, para lograr expresar el máximo potencial de producción, se ha ido desvaneciendo, en razón de que los ingresos por los actuales precios ganaderos, no pueden pagar el costo de este insumo.
3) Por otro lado y en términos generales, los planes de mejoramiento se han orientado más a la obtención de novedades fitogenéticas altamente productivas vas y con muy buen comportamiento frente a plagas y enfermedades, y simultáneamente no se han orientado hacia la obtención de cultivares más longevos.
Desde este último punto de vista, debemos decir que la gran mayoría de las variedades de alfalfa utilizadas actualmente son introducidas, por lo que el trabajo de mejoramiento se realizó fuera del país, en ambientes diferentes, y sobre todo, pensando en sistemas de producción distintos, al que se emplea en Argentina. Debemos reconocer además, que por otro lado, gran parte de las variedades que hoy se siembran en nuestro país procedentes del exterior, han sido introducidas meramente por una cuestión de precios, sin importar las consecuencias de productividad que esto genera en la cadena forrajera.
Esto último, plantea un problema de adaptación, porque con seguridad, el trabajo de mejoramiento se realizó en un ambiente sin limitantes o con limitantes diferentes a las que pueden presentarse en nuestro país y donde los materiales filogenéticos obtenidos, expresaron su máxima productividad. Estas condiciones de avance o mejoramiento genético son muy distintas a las condiciones de producción que existen en nuestros tambos, y es ciertamente más complicado eliminar limitantes a nivel de un potrero, que hacerlo en un espacio experimental. Sabemos además, que la alfalfa puede implantarse en una gama muy amplia de suelos, pero difícilmente alcance su potencial forrajero o la persistencia que deseamos, si existen limitantes para el desarrollo radicular y/o desbalance en la provisión de nutrientes.
En zonas bajas y especialmente en zonas de nuestro país donde el régimen de precipitaciones es alto, causan gran número de enfermedades de hoja y raíz que atentan definitivamente contra la productividad y la persistencia de esos alfalfares, sobre todo cuando el cultivar elegido proviene de planes de mejoramiento realizados en otras latitudes donde no se han tenido en cuenta este tipo de limitantes, porque en general, son planes desarrollados en zonas áridas o semiáridas, con otro tipo de problemática. Hablar de esquemas o prototipos de producción modernos y muy intensificados, también puede traer cierta confusión. Porque copiar a la perfección sistemas de producción que funcionan en un determinado ambiente, no asegura su funcionamiento en otro ambiente diferente. Existen en nuestro país, empresas y/o instituciones nacionales que se están dedicando y contribuyendo desde hace años, a lograr cultivares de alfalfa adaptados a nuestros requerimientos ambientales y de producción, con proyectos de mejoramiento genético de gran nivel profesional. Está en nosotros esa elección.
Por Ing. Agr. Horacio Gallarino – Director técnico y comercial de la firma Palo Verde