“Estamos frente a un momento clave donde se debe definir la siembra de alfalfa, siempre digo que se trata de la siembra de un cultivo, me gusta llamarla cultivo para manejarla con los mismos parámetros que se maneja a un cultivo de soja, maíz o sorgo. Se tiene que empezar a pensar el lote en que vamos a implantar la alfalfa, el antecesor, tener un correcto control de malezas porque tenemos que tener en cuenta que es un cultivo de lenta implantación por su estructura”, comenzó señalando la ingeniera agrónoma Silvia Olivo.
Posteriormente hay que elegir el cultivar. “Para ello tenemos en INTA la Red Nacional de Cultivares de Alfalfa, y todos los años se lanza una revista que se denomina Avances en Alfalfa. Allí el productor puede conocer los rendimientos de los diferentes cultivares que están en el mercado para así decidir que cultivar se puede adaptar mejor a su zona”, dijo la profesional.
“Otro aspecto importante es definir una densidad de siembra adecuada con la profundidad de siembra optima, recordemos que es una semilla muy chiquitita que la ponemos en contacto con el suelo con determinadas condiciones de humedad y que tiene que emerger y desarrollarse durante los meses de menor temperatura. Sumado a ello otro factor que es muy importante es la fecha de siembra: para la región centro o zona pampeana se recomiendan siembras a principios de otoño porque tenemos una condición de humedad y temperatura que favorecen al desarrollo del cultivo”, subrayó Silvia Olivo.
Un decálogo para sembrar correctamente la alfalfa
Cabe destacar que el INTA general Villegas (Buenos Aires) publicó una serie de recomendaciones que vale la pena no olvidar, a los efectos de una correcta implantación de alfalfa que se resumen en este decálogo:
1. El costo de implantar
Implantar una alfalfa pura resulta de sumar los costos de la siembra (la siembra directa levemente más económica que la convencional), y en ambos sistemas la semilla (si se usa materiales de punta) y la fertilización definen el costo de implantación, ya que representan más del 60% del costo. Es indispensable incluir el hacer análisis de suelo.
El control de insectos y malezas tienen una participación baja en el costo total (11% en siembra convencional), y son las prácticas de manejo clave para una implantación exitosa.
2. Qué sembrar
Es muy importante conocer la adaptación de cada cultivar a la zona. Hay que basar la elección en los datos de producción potencial de forraje, persistencia, grado de reposo, resistencia a plagas y enfermedades. Acceda a esta información en su Agencia de Extensión más cercana, o en la web del INTA, buscando con estas palabras: Producción alfalfa 2010-2011 – Producción alfalfa 2008-2009 – Novedades en alfalfa – Revista Avances en Alfalfa nº21
3. El antecesor adecuado
Los cultivos de invierno como trigo, avena o centeno son los más indicados como antecesores de alfalfa porque permiten realizar una correcta preparación del lote. Otros buenos antecesores son los cultivos estivales como mijo o moha destinados a pastoreo o heno, y los maíces de silo.
La soja ha pasado a ser un antecesor de las alfalfas, aunque no es el más recomendable, ya que es común que se retrase la fecha de siembra y los resultados de la implantación sean variables.
4. La mejor fecha de siembra
Sembrar en fecha adecuada es uno de los factores principales para lograr una buena implantación y posterior producción de forraje, teniendo en cuenta la temperatura, humedad del suelo y cantidad de horas sol.
Las mejores condiciones en la zona central del país se dan durante los meses de marzo y abril. Un retraso en la fecha de siembra haría que la alfalfa ingrese al invierno con escaso desarrollo radicular y menor capacidad para defenderse de condiciones climáticas adversas.
5. Conocer la calidad del suelo
A pesar de la plasticidad de esta leguminosa existen a nivel suelo algunas limitantes:
pH: valores menores a 6,2 afectan la producción. Se corrige con la técnica de encalado.
Densificaciones: más de 2 Mpa en los primero 15-40 cm impide el normal desarrollo radicular.
Fósforo: el nivel es adecuado a partir de 25 ppm de Fósforo. Es uno de los principales nutrientes que limitan la producción, y por su escasa movilidad en el suelo hay que realizar fertilizaciones fosforadas antes o durante la siembra.
Deficiencias de otros nutrientes: macro (calcio, potasio, magnesio, azufre, etc.) y microelementos (zinc, boro, etc.) también pueden limitar la producción.
Hacer análisis de suelo permitirá tomar decisiones a tiempo. En éste no deberían faltar: materia orgánica; fósforo y azufre (macronutrientes que normalmente limitan la producción) y pH. La determinación de cationes (Calcio, Magnesio, Potasio, Sodio) y la capacidad de intercambio catiónico permitirán calcular las dosis de encalado en caso de ser necesario.
Considerar la heterogeneidad del lote es indispensable para prever riesgos, como pérdida por inundación en bajos (en estado de plántula un anegamiento de 36 horas resulta letal) o zonas con distinto potencial de producción que requieren un manejo diferencial de fertilización.
6. Curar la semilla
Es habitual que la semilla de alfalfa se compre curada: peleteada, inoculada y con insecticida. Es muy importante realizar estos tratamientos porque contribuyen a una buena implantación. El nitrógeno es un nutriente que condiciona la producción de forraje, y es mayormente provisto por los rizobium, que aportan los inoculantes. Es fundamental usar productos de buena calidad, con un elevado número de bacterias viables.
Con el peleteado se mejora la implantación protegiendo al cultivo del ataque de hongos y microorganismos patógenos, adecuando al medio ambiente del suelo para una mejor germinación y protegiendo a la semilla si falta de humedad.
El curado con insecticidas permite proteger durante la emergencia de ataques de trips, plaga que puede provocar graves pérdidas en esta etapa.
7.Densidad de siembra
Como se hace en agricultura, es conveniente definir la densidad de siembra según el número de plantas/m2 a lograr, y ajustar ese objetivo a cada situación particular (antecesor, humedad, lote, etc.). Con una misma densidad de siembra se obtienen porcentajes de logros variables (entre 25 y 90%), lo cual depende de la calidad de semilla y otros factores relacionados con el manejo. Conocer los valores de Pureza, Poder Germinativo y Peso de 1000 semillas permite calcular las semillas viables que estamos depositando en el suelo y los porcentajes de logros:
Semillas Viables = (100/Peso 1000) * Densidad Siembra (Kg/Ha)* VC Valor Cultural (VC) = Pureza * Poder Germinativo (% PG)
Logro (%) = Plantas Logradas m2/Semillas Viables
Las densidades de siembra de alfalfa utilizadas son muy variables, desde 7 hasta 20 kg/ha, y no en todos los casos se relaciona con un buen stand de plantas. Un buen objetivo es lograr entre 150-250 plantas/m2 el primer año.
8. Elegir el sistema de siembra
Generalmente con la siembra convencional se logra menor cobertura, hay mayor temperatura de suelo y disponibilidad de nutrientes, condiciones que favorecen el desarrollo inicial, y requiere mayor cuidado en profundidad de siembra y control de malezas.
La siembra directa tiene ventajas en cuanto al manejo del agua y las malezas y el control de profundidad, pero habitualmente los suelos tienen mayor cobertura, se logra menor crecimiento inicial y la incidencia de insectos de suelo es mayor.
La siembra en hileras es una práctica generalizada, y se recomienda usar el menor distanciamiento posible para lograr una mejor distribución de las plantas.
9. Controlar plagas
Los pulgones y trips están entre las plagas más relevantes en implantación. Estos últimos están provocando pérdidas de plántulas importantes. Es necesario monitorear frecuentemente para realizar aplicaciones con insecticida cuando se detecte la presencia de la plaga, aun cuando se haya sembrado semilla tratada, ya que pueden ocurrir reinfecciones.
Se recomienda agregar un buen tensioactivo al caldo insecticida
10. Controlar malezas
Hay que evitar hacer alfalfa en lotes con infestación de malezas perennes de difícil control (gramón, pasto puna, cebollín), pero si es inevitable sembrar en estas condiciones hay que programar la limpieza del lote con anticipación.
Para controlar malezas se realizan tres formas básicas de aplicación de herbicidas:
Presiembra: realizando controles con glifosato, flumetsulam o 2.4 DB
Preemergencia: para controlar malezas de hoja ancha con herbicidas como flumetsulam solo, o en mezclas con 2.4DB.
Postemergencia: cuando la alfalfa tiene 3 o 4 hojas verdaderas se pueden hacer controles con flumetsulam solo o en mezclas con 2.4 DB, o remplazarlo por bromoxinil o bentazón. El espectro de control se amplía utilizando clorimurón o imazetapir, si la alfalfa no está asociada con gramíneas. Para el control de gramíneas se pueden mencionar productos como cletodim, quizalofop-p-etil, propaquizafop.
Los pastoreos fugaces e intensivos pueden ser eficaces para el mantenimiento de la pastura libre de malezas.